Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.
Mateo 18:14 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Así también, vuestro Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. Biblia Nueva Traducción Viviente De la misma manera, no es la voluntad de mi Padre celestial que ni siquiera uno de estos pequeñitos perezca. Biblia Católica (Latinoamericana) Pasa lo mismo donde el Padre de ustedes, el Padre del Cielo: allá no quieren que se pierda ni tan sólo uno de estos pequeñitos. La Biblia Textual 3a Edicion Así también, no es la voluntad ante vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños. Biblia Serafín de Ausejo 1975 De la misma manera, no quiere vuestro Padre que está en el cielo que se pierda uno solo de estos pequeños. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en el cielo, que perezca uno de estos pequeñitos. |
Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.
»¡Despierta, espada, contra mi pastor, contra el hombre en quien confío! —afirma el Señor Todopoderoso—. Hiere al pastor para que se dispersen las ovejas y vuelva yo mi mano contra los corderitos.
Y, si llega a encontrarla, os aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
»Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.
Así brille vuestra luz delante de todos, para que ellos puedan ver vuestras buenas obras y alaben a vuestro Padre que está en el cielo.
Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que necesitáis de todo esto.
»Vosotros, pues, orad así: »“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,
»No tengáis miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre daros el reino.
Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura.
Cuando terminaron de desayunar, Jesús preguntó a Simón Pedro: ―Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? ―Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. ―Apacienta mis corderos —le dijo Jesús.
Así que todo lo soporto por el bien de los elegidos, para que también ellos alcancen la gloriosa y eterna salvación que tenemos en Cristo Jesús.
«Haced sendas derechas para vuestros pies», para que la pierna coja no se disloque, sino que se sane.
El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.