―A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos, no.
Marcos 10:40 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí concederlo. Eso ya está decidido. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. Biblia Nueva Traducción Viviente pero no me corresponde a mí decir quién se sentará a mi derecha o a mi izquierda. Dios preparó esos lugares para quienes él ha escogido. Biblia Católica (Latinoamericana) pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros. La Biblia Textual 3a Edicion pero el sentarse a mi derecha o izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes° ha sido preparado. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo; eso es para aquellos a quienes está reservado'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo, sino que será dado a aquellos para quienes está preparado. |
―A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos, no.
―Ciertamente beberéis de mi copa —les dijo Jesús—, pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre.
»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Venid vosotros, a quienes mi Padre ha bendecido; recibid vuestra herencia, el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
ya que le has conferido autoridad sobre todo mortal para que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado.
»Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.
―No os toca a vosotros conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre —les contestó Jesús—.
Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.