Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué estás tan molesto? ¡Mándame a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!»
Lucas 9:41 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 ―¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros y soportaros? Trae acá a tu hijo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo. Biblia Nueva Traducción Viviente —Gente corrupta y sin fe —dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Entonces le dijo al hombre: —Tráeme a tu hijo aquí. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús respondió: 'Gente incrédula y extraviada, ¿hasta cuándo estaré entre ustedes y tendré que soportarlos?' La Biblia Textual 3a Edicion Entonces Jesús respondió y dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!° ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y os soportaré? ¡Trae acá a tu hijo! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Jesús respondió: '¡Oh generación incrédula y pervertida! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros y soportaros? Trae aquí a tu hijo'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá tu hijo. |
Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué estás tan molesto? ¡Mándame a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!»
Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.
Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, y le advirtieron: «Así dice el Señor y Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te opondrás a humillarte en mi presencia? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.
así que el Señor le dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo seguiréis desobedeciendo mis leyes y mandamientos?
Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos?
Entonces el Señor le dijo a Moisés: ―¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos?
―¿Hasta cuándo ha de murmurar contra mí esta perversa comunidad? Ya he escuchado cómo se quejan contra mí los israelitas.
»Venid a mí todos vosotros que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso.
Jesús les contestó: ―¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás.
Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado postrero de aquella persona resulta peor que el primero. Así le pasará también a esta generación malvada».
Esta generación malvada y adúltera busca una señal milagrosa, pero no se le dará más señal que la de Jonás». Entonces Jesús los dejó y se fue.
―¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traedme acá al muchacho.
Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: «¡Camada de víboras! ¿Quién os dijo que podríais escapar del castigo que se acerca?
Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
Jesús se detuvo y dijo: ―Llamadlo. Así que llamaron al ciego. ―¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.
―¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traedme al muchacho.
―¿Dónde está vuestra fe? —les dijo a sus discípulos. Con temor y asombro, ellos se decían unos a otros: «¿Quién es este, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?»
Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre.
―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?
Luego dijo a Tomás: ―Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.
Y con muchas otras razones les exhortaba insistentemente: ―¡Salvaos de esta generación perversa!
¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?
Actuaron contra él de manera corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos; ¡son una generación torcida y perversa!
Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.
Porque a nosotros, lo mismo que a ellos, se nos ha anunciado la buena noticia; pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porque no se unieron en la fe a los que habían prestado atención a ese mensaje.
Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.