Y, a pesar de encontrarse tan presionado, el rey Acaz se empecinó en su rebelión contra el Señor.
Lucas 23:40 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Pero el otro criminal lo reprendió: ―¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Biblia Nueva Traducción Viviente Pero el otro criminal protestó: «¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte? Biblia Católica (Latinoamericana) Pero el otro lo reprendió diciendo: '¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio?' La Biblia Textual 3a Edicion Pero interviniendo el otro, reprendiéndolo,° dijo: ¿Ni aun temes a Dios, tú que estás en el mismo castigo?° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero el otro lo reprendió, diciendo: '¿Ni siquieras tú temes a Dios, tú que estás padeciendo el mismo suplicio? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿No temes tú a Dios, aun estando en la misma condenación? |
Y, a pesar de encontrarse tan presionado, el rey Acaz se empecinó en su rebelión contra el Señor.
Dice el pecador: «Ser impío lo llevo en el corazón». No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Señor, ¿acaso no buscan tus ojos la verdad? Golpeaste a esa gente, y no les dolió, acabaste con ellos, y no quisieron ser corregidos. Endurecieron su rostro más que una roca, y no quisieron arrepentirse.
»No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado.
Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.
―Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tenéis tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.
Os voy a enseñar más bien a quién debéis temer: temed al que, después de dar muerte, tiene poder para echaros al infierno. Sí, a ese temed.
Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: ―¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo.
No tengáis nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denunciadlas,
¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».
y, por causa de sus padecimientos y de sus llagas, maldecían al Dios del cielo, pero no se arrepintieron de sus malas obras.