“Decidle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él”. Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre». Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar.
Lucas 23:34 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 ―Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados. Biblia Católica (Latinoamericana) (Mientras tanto Jesús decía: 'Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.) Después los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suerte. La Biblia Textual 3a Edicion Y repartiendo sus vestidos, echaron suertes.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Jesús decía: 'Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen'. Luego se repartieron sus vestidos echando suertes. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestiduras, echaron suertes. |
“Decidle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él”. Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre». Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar.
Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores.
En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen,
Y lo crucificaron. Repartieron su ropa, echando suertes para ver qué le tocaría a cada uno.
«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya».
Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque son tuyos.
―No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba —le contestó Jesús—. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande.
»Ahora bien, hermanos, yo sé que vosotros y vuestros dirigentes actuasteis así por ignorancia.
Luego cayó de rodillas y gritó: ―¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Cuando hubo dicho esto, murió.
Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió, porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria.
Con estas manos nos matamos trabajando. Si nos maldicen, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos;
Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia.
No devolváis mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendecid, porque para esto fuisteis llamados, para heredar una bendición.