Ahora la lepra de Naamán se te pegará a ti, y a tus descendientes, para siempre. No bien había salido Guiezi de la presencia de Eliseo cuando ya estaba blanco como la nieve por causa de la lepra.
Lucas 17:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Cuando iba a entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos Biblia Nueva Traducción Viviente Al entrar en una aldea, diez hombres con lepra se quedaron a la distancia, Biblia Católica (Latinoamericana) y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia La Biblia Textual 3a Edicion Y entrando en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos, |
Ahora la lepra de Naamán se te pegará a ti, y a tus descendientes, para siempre. No bien había salido Guiezi de la presencia de Eliseo cuando ya estaba blanco como la nieve por causa de la lepra.
Ese día, cuatro hombres que padecían de lepra se hallaban a la entrada de la ciudad. ―¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte? —se dijeron unos a otros—.
―¡Llévatela otra vez al pecho! —insistió el Señor. Moisés se llevó de nuevo la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía tan sana como el resto de su cuerpo.
El Señor le respondió a Moisés: «Si su padre le hubiera escupido el rostro, ¿no habría durado su humillación siete días? Que se le confine siete días fuera del campamento, y después de eso será readmitida».
En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”
En otra ocasión, cuando Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicó: ―Señor, si quieres, puedes limpiarme.