Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes.
Levítico 25:38 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Yo soy el Señor vuestro Dios, que os saqué de Egipto para daros la tierra de Canaán y para ser vuestro Dios. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios. Biblia Nueva Traducción Viviente Yo soy el Señor tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto para darte la tierra de Canaán y para ser tu Dios. Biblia Católica (Latinoamericana) pues yo soy Yavé, el Dios de ustedes, que los saqué de la tierra de Egipto para darles la tierra de Canaán y ser su Dios. La Biblia Textual 3a Edicion Yo soy YHVH vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto para daros la tierra de Canaán y para ser vuestro Dios. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Yo soy Yahveh, vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto para daros la tierra de Canaán y ser vuestro Dios.' Biblia Reina Valera Gómez (2023) Yo soy Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán y para ser vuestro Dios. |
Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes.
«Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo.
«En aquel tiempo —afirma el Señor— seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo».
»Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el Señor—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Yo soy el Señor, que os sacó de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Sed, pues, santos, porque yo soy santo.
Tampoco le prestarás dinero con intereses ni le impondrás recargo a los víveres que le fíes.
Yo soy el Señor vuestro Dios, que os sacó de Egipto para ser vuestro Dios. ¡Yo soy el Señor!»
Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.