Por cierto, de vuestra sangre yo habré de pediros cuentas. A todos los animales y a todos los seres humanos les pediré cuentas de la vida de sus semejantes.
Jueces 9:56 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Fue así como Dios le pagó a Abimélec con la misma moneda, por el crimen que había cometido contra su padre al matar a sus setenta hermanos. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos. Biblia Nueva Traducción Viviente De esa forma, Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos. Biblia Católica (Latinoamericana) Así fue como Dios devolvió a Abimelec el mal que éste había hecho a su padre asesinando a sus setenta hermanos, La Biblia Textual 3a Edicion Así retribuyó ’Elohim a Abimelec el mal que había hecho contra su padre, al asesinar a sus setenta hermanos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Así devolvió Dios a Abimélec el mal que había hecho a su padre cuando mató a sus setenta hermanos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre matando a sus setenta hermanos. |
Por cierto, de vuestra sangre yo habré de pediros cuentas. A todos los animales y a todos los seres humanos les pediré cuentas de la vida de sus semejantes.
»Si alguien derrama la sangre de un ser humano, otro ser humano derramará la suya, porque el ser humano ha sido creado a imagen de Dios mismo.
¿No es acaso la ruina para los malvados y el desastre para los malhechores?
Hará llover sobre los malvados ardientes brasas y candente azufre; ¡un viento abrasador será su suerte!
El vengador de los inocentes se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos.
Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el Señor nuestro Dios los destruirá!
Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan.
Porque así como juzguéis se os juzgará, y con la medida que midáis a otros se os medirá.
Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: «Sin duda este hombre es un asesino, pues, aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a consentir que siga con vida».
Esto sucedió a fin de que la violencia contra los setenta hijos de Yerubaal, y el derramamiento de su sangre, recayera sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los señores de Siquén, que habían sido sus cómplices en ese crimen.
Cuando los israelitas vieron que Abimélec estaba muerto, regresaron a sus casas.
Además, Dios hizo que los hombres de Siquén pagaran por toda su maldad. Así cayó sobre ellos la maldición de Jotán hijo de Yerubaal.