Así que Jilquías el sacerdote, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a consultar a la profetisa Huldá, que vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Huldá era la esposa de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá y nieto de Jarjás.
Jueces 4:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; Biblia Nueva Traducción Viviente Débora, la esposa de Lapidot, era una profetisa que en ese tiempo juzgaba a Israel. Biblia Católica (Latinoamericana) En aquel tiempo, la profetisa Débora, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel. La Biblia Textual 3a Edicion En aquel tiempo juzgaba en Israel Débora, una profetisa, mujer de Lapidot.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Por aquel tiempo era juez en Israel la profetisa Débora, mujer de Lapidot. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, esposa de Lapidot; |
Así que Jilquías el sacerdote, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a consultar a la profetisa Huldá, que vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Huldá era la esposa de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá y nieto de Jarjás.
«¡Dios mío, recuerda las intrigas de Sambalat y Tobías! ¡Recuerda también a la profetisa Noadías y a los otros profetas que quisieron intimidarme!»
Entonces Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó una pandereta, y mientras todas las mujeres la seguían danzando y tocando panderetas,
»Y ahora tú, hijo de hombre, enfréntate a esas mujeres de tu pueblo que profetizan según sus propios delirios. ¡Denúncialas!
Yo fui quien te sacó de Egipto, quien te libró de esa tierra de esclavitud. Yo envié a Moisés, Aarón y Miriam para que te dirigieran.
Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años,
En cambio, toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza; es como si estuviera rasurada.
Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús.
Los israelitas clamaron al Señor porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y, durante veinte años, había oprimido cruelmente a los israelitas.
Ella tenía su tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para resolver sus disputas.