La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines.
Jueces 19:27 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa y con las manos en el umbral. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y se levantó por la mañana su señor, y abrió las puertas de la casa, y salió para seguir su camino; y he aquí la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando su esposo abrió la puerta para salir, allí encontró a su concubina, tirada, con las manos en el umbral. Biblia Católica (Latinoamericana) Se levantó entonces su marido, abrió la puerta de la casa y salió para continuar su viaje. Su concubina estaba tirada frente a la puerta de la casa con las manos en el escalón. La Biblia Textual 3a Edicion Al levantarse su señor por la mañana, abrió las puertas de la casa y salió para proseguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida a la puerta de la casa, con sus manos en el umbral. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Su marido se levantó de mañana, abrió las puertas de la casa y salió para proseguir su viaje. Entonces vio que la mujer, su concubina, yacía a la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. |
La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines.
Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del templo. La nube llenó el templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor.
Despuntaba el alba cuando la mujer volvió, y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció.
«¡Levántate, vámonos!», le dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre su asno y partió hacia su casa.