Así que le suplicaron a Moisés: ―Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos.
Juan 5:37 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Nunca habéis oído su voz, ni visto su figura, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, Biblia Nueva Traducción Viviente El Padre mismo, quien me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han oído su voz ni lo han visto cara a cara, Biblia Católica (Latinoamericana) Y el Padre que me ha enviado también da testimonio de mí. Ustedes nunca han oído su voz ni visto su rostro;' La Biblia Textual 3a Edicion El Padre que me envió, Él ha dado testimonio acerca de mí.° Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y el Padre que me envió, Él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído vosotros su voz, nunca habéis visto su rostro; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y el Padre mismo que me envió da testimonio de mí. Vosotros nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer, |
Así que le suplicaron a Moisés: ―Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos.
Aunque al malvado se le tenga compasión, no aprende lo que es justicia; en tierra de rectitud actúa con iniquidad, y no reconoce la majestad del Señor.
Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escuchadle!»
Y, he aquí, una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».
También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».
Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».
A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, quien es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?
Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro antes ha realizado, no serían culpables de pecado. Pero ahora las han visto, y sin embargo a mí y a mi Padre nos han aborrecido.
Otro es el que testifica en mi favor, y me consta que es válido el testimonio que él da de mí.
Trabajad, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre. Sobre este ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.
Yo soy testigo de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.
Entonces el Señor os habló desde el fuego, y vosotros oísteis el sonido de las palabras, pero no visteis forma alguna; solo se oía una voz.
Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
al único inmortal, que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver, a él sea el honor y el poder eternamente. Amén.
Nadie ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.
Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
Aceptamos el testimonio humano, pero el testimonio de Dios vale mucho más, precisamente porque es el testimonio de Dios, que él ha dado acerca de su Hijo.