Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve».
Juan 1:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, quien es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Biblia Nueva Traducción Viviente Nadie ha visto jamás a Dios; pero el Único, que es Dios, está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a Dios. Biblia Católica (Latinoamericana) Nadie ha visto a Dios jamás,
pero Dios-Hijo único nos lo dio a conocer;
él está en el seno del Padre
y nos lo dio a conocer. La Biblia Textual 3a Edicion Nadie ha visto jamás a Dios; el Unigénito Dios,° que está en el seno del Padre, Él lo reveló.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, Dios, el que está en el seno del Padre, él es quien lo dio a conocer. Biblia Reina Valera Gómez (2023) A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer. |
Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve».
Cuando el Señor terminó de hablar con Abraham, se fue de allí, y Abraham regresó a su tienda.
Préstale atención y obedécelo. No te rebeles contra él, porque va en representación mía y no perdonará tu rebelión.
y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había una especie de pavimento de zafiro, tan claro como el cielo mismo.
allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia;
Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.
«¿Dónde hay pan y vino?», preguntan a sus madres mientras caen por las calles como heridos de muerte, mientras en los brazos maternos exhalan el último suspiro.
Con él hablo cara a cara, claramente y sin enigmas. Él contempla la imagen del Señor. ¿Cómo os atrevéis a murmurar contra mi siervo Moisés?»
»Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
»Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo».
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?
Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos».
»A los que me diste del mundo les he revelado quién eres. Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra.
Te aseguro que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.
Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; solo él ha visto al Padre.
El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Entonces el Señor os habló desde el fuego, y vosotros oísteis el sonido de las palabras, pero no visteis forma alguna; solo se oía una voz.
Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
al único inmortal, que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver, a él sea el honor y el poder eternamente. Amén.
Cierto día, Josué, que acampaba cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie frente a él, espada en mano. Josué se le acercó y le preguntó: ―¿Eres tú de los nuestros, o del enemigo?
Nadie ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.
Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.
También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y estamos con el Verdadero, con su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna.