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Jeremías 26:21 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Cuando el rey Joacim y sus funcionarios y jefes oyeron sus palabras, el rey intentó matarlo; pero, al enterarse Urías, tuvo miedo y escapó a Egipto.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

y oyeron sus palabras el rey Joacim y todos sus grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; entendiendo lo cual Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando el rey Joacim junto con los oficiales militares y los demás funcionarios escucharon lo que dijo, el rey envió a alguien para matarlo. Sin embargo, Urías se enteró del plan y escapó a Egipto atemorizado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El rey Joaquim, con todos sus oficiales y magistrados, al oír sus palabras, trató de darle muerte. Al tener noticia de eso, Urías, aterrorizado, huyó a Egipto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y cuando el rey Joacim y todos sus poderosos y todos los príncipes oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo, pero cuando Urías se enteró, tuvo temor y huyó a Egipto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero cuando Joaquín, todos sus guerreros y todos los príncipes tuvieron noticia de sus palabras, el rey trató de darle muerte. Al enterarse Urías tuvo miedo, huyó y se refugió en Egipto.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando el rey Joacim, y todos sus hombres valientes, y todos sus príncipes, oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo; lo cual oyendo Urías, tuvo temor, y huyó, y se fue a Egipto:

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Lòt tradiksyon



Jeremías 26:21
15 Referans Kwoze  

Tan cierto como que vive el Señor tu Dios, que no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarte. Y a quienes afirmaban que no estabas allí, él los hacía jurar que no te habían encontrado.


Asá se enfureció contra el vidente por lo que este le dijo, y lo mandó encarcelar. En ese tiempo, Asá oprimió también a una parte del pueblo.


Pero ellos conspiraron contra Zacarías hijo de Joyadá y, por orden del rey, lo mataron a pedradas en el atrio del templo del Señor. Así fue como el rey Joás no tomó en cuenta la bondad de Joyadá y mató a Zacarías, quien al morir dijo: «¡Que el Señor vea esto y te juzgue!»


Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley.


Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado.


Cuando los jefes de Judá escucharon estas cosas, fueron del palacio del rey a la casa del Señor, y se apostaron a la entrada de la Puerta Nueva del templo.


Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdel que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido.


Los jefes le dijeron al rey: ―Hay que matar a este hombre. Con semejantes discursos está desmoralizando a los soldados y a todo el pueblo que aún queda en esta ciudad. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.


Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Os aseguro que no terminaréis de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre.


No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.


El que se aferre a su propia vida la perderá, y el que renuncie a su propia vida por mi causa la encontrará.


Herodes quería matarlo, pero le tenía miedo a la gente, porque consideraban a Juan como un profeta.


Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y deseaba matarlo. Pero no había logrado hacerlo,