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Jeremías 11:20 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Pero tú, Señor Todopoderoso, que juzgas con justicia, que pruebas los sentimientos y la mente, ¡déjame ver cómo te vengas de ellos, porque en tus manos he puesto mi causa!

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Pero, oh Jehová de los ejércitos, que juzgas con justicia, que escudriñas la mente y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, tú juzgas con justicia, y examinas los secretos y los pensamientos más profundos. Déjame ver tu venganza contra ellos, porque te he entregado mi causa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pero tú, Yavé de los Ejércitos, que pronuncias sentencias justas, conoces el corazón y las intenciones de los hombres; a ti he entregado mi causa y estaré presente cuando tú hagas justicia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

°¡Oh YHVH Sebaot! Tú que juzgas con justicia y escudriñas los riñones° y el corazón: Vea yo tu venganza sobre ellos, Porque ante ti expongo mi causa,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Yahveh Sebaot, juez justo, que sondeas el corazón y las entrañas, vea yo tu venganza contra ellos, pues a ti encomiendo mi causa.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Mas, oh Jehová de los ejércitos, que juzgas justicia, que escudriñas la mente y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he expuesto mi causa.

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Lòt tradiksyon



Jeremías 11:20
35 Referans Kwoze  

¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?


Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó. Luego subió al templo del Señor, la desplegó delante del Señor,


»Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre.


Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas.


»Si se tratara de mí, yo apelaría a Dios; ante él expondría mi caso.


Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos.


Toma tu adarga, tu escudo, y acude en mi ayuda.


¡Hazme justicia, oh Dios! Defiende mi causa frente a esta nación impía; líbrame de gente mentirosa y perversa.


Ten compasión de mí, oh Dios; ten compasión de mí, que en ti confío. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro.


Se alegrará el justo al ver la venganza, al empapar sus pies en la sangre del impío.


Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto.


¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia.


Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.


Canten delante del Señor, que ya viene a juzgar la tierra. Y juzgará al mundo con justicia, a los pueblos con equidad.


Tú, Señor, eres justo cuando discuto contigo. Sin embargo, quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia. ¿Por qué prosperan los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los traidores?


Señor, tú me conoces; tú me ves y sabes lo que siento por ti. Arrástralos como ovejas al matadero; apártalos para el día de la matanza.


Tú comprendes, Señor; ¡acuérdate de mí, y cuídame! ¡Toma venganza de los que me persiguen! Por causa de tu paciencia, no permitas que sea yo arrebatado; mira que por ti sufro injurias.


«Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle a cada uno según sus acciones y según el fruto de sus obras».


¡No me pongas a mí en vergüenza; avergüénzalos a ellos! ¡No me llenes de terror a mí; aterrorízalos a ellos! Envíales tiempos difíciles; ¡destrózalos, y vuelve a destrozarlos!


Tú, Señor Todopoderoso, que examinas al justo, que sondeas el corazón y la mente, hazme ver tu venganza sobre ellos, pues a ti he encomendado mi causa.


Tú, Señor, te pusiste de mi parte y me salvaste la vida.


Tú, Señor, viste el mal que me causaron; ¡hazme justicia!


¡Dales, Señor, su merecido por todo lo que han hecho!


El Espíritu del Señor vino sobre mí y me ordenó proclamar: «Así dice el Señor: “Vosotros, pueblo de Israel, habéis dicho esto, y yo conozco vuestros pensamientos.


Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado. De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo de entre los muertos».


No os inquietéis por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presentad vuestras peticiones a Dios y dadle gracias.


Alejandro el herrero me ha hecho mucho daño. El Señor le dará su merecido.


Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia.


¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido! ¡Alegraos también vosotros, santos, apóstoles y profetas!, porque Dios, al juzgarla, os ha hecho justicia».


A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y a cada uno de vosotros os trataré de acuerdo con vuestras obras.


Pero el Señor le dijo a Samuel: ―No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.


¡Que sea el Señor quien juzgue y dicte la sentencia entre nosotros dos! ¡Que examine mi causa, y me defienda y me libre de ti!»