A los nueve días del mes cuarto, cuando el hambre se agravó en la ciudad, y no había más alimento para el pueblo,
Isaías 8:21 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Vosotros os enfureceréis cuando, angustiados y hambrientos, vaguéis por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldeciréis a vuestro rey y a vuestro Dios, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. Biblia Nueva Traducción Viviente Irán de un lugar a otro, fatigados y hambrientos. Y porque tienen hambre, se pondrán furiosos y maldecirán a su rey y a su Dios. Levantarán la mirada al cielo Biblia Católica (Latinoamericana) Andarán vagando por el país,
amargados y hambrientos,
y se pondrán furiosos por el hambre,
y maldecirán a su rey y a su Dios:
levantarán sus ojos al cielo, La Biblia Textual 3a Edicion Pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, Y sucederá que teniendo hambre, Se indignarán y maldecirán a su rey y a su Dios. Alzarán la vista Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pasará alguien oprimido y hambriento; el hambre le irritará y maldecirá a su rey y a su Dios. Volverá su rostro hacia arriba, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos; y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. |
A los nueve días del mes cuarto, cuando el hambre se agravó en la ciudad, y no había más alimento para el pueblo,
No había terminado de hablar cuando el mensajero llegó y dijo: ―Esta desgracia viene del Señor; ¿qué más se puede esperar de él?
Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!
La calamidad lo acosa sin descanso; el desastre no lo deja un solo instante.
Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!
Su esposa le reprochó: ―¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!
La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo su corazón se irrita contra el Señor.
Los más desvalidos pacerán como ovejas, los necesitados descansarán seguros. Pero mataré de hambre a vuestra raíz; destruiré a vuestros sobrevivientes.
Estos dos males han venido sobre ti: ruina y destrucción, hambre y espada. ¿Quién se apiadará de ti? ¿Quién te consolará?
Por eso el derecho está lejos de nosotros, y la justicia queda fuera de nuestro alcance. Esperábamos luz, pero todo es tinieblas; claridad, pero andamos en densa oscuridad.
Por eso, así dice el Señor omnipotente: «Mis siervos comerán, pero vosotros pasaréis hambre; mis siervos beberán, pero vosotros sufriréis sed; mis siervos se alegrarán, pero vosotros seréis avergonzados.
Unos comerán lo que esté a su mano derecha, pero se quedarán con hambre; otros comerán lo que esté a su izquierda, pero no quedarán satisfechos. ¡Se comerán a sus propios hijos!
Manasés se comerá a Efraín, y Efraín a Manasés, y los dos juntos atacarán a Judá. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; ¡su mano aún sigue extendida!
Si salgo al campo, veo los cuerpos de los muertos a filo de espada; si entro en la ciudad, veo los estragos que el hambre ha producido. Tanto el profeta como el sacerdote andan errantes en el país sin saber lo que hacen”».
A los nueve días del mes cuarto, cuando el hambre se agravó en la ciudad y no había más alimento para el pueblo,
Pero el hijo de la mujer israelita, al lanzar una maldición, pronunció el nombre del Señor; así que se lo llevaron a Moisés. (El nombre de su madre era Selomit hija de Dibrí, de la tribu de Dan).
Cuando llegue aquel día, clamaréis por causa del rey que hayáis escogido, pero el Señor no os responderá.