Abram atravesó toda esa región hasta llegar a Siquén, donde se encuentra la encina sagrada de Moré. En aquella época, los cananeos vivían en esa región.
Isaías 1:30 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Seréis como una encina con hojas marchitas, como un jardín sin agua. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas. Biblia Nueva Traducción Viviente Serás como un gran árbol con las hojas marchitas, como un jardín sin agua. Biblia Católica (Latinoamericana) Pues ustedes serán como una encina a la que se le caen las hojas,
y como un jardín al que le falta agua. La Biblia Textual 3a Edicion Porque seréis como encina de hoja seca, Y como huerto al que le faltan aguas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pues seréis como terebinto de follaje marchito, y como jardín que carece de agua. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque seréis como la encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le falta el agua. |
Abram atravesó toda esa región hasta llegar a Siquén, donde se encuentra la encina sagrada de Moré. En aquella época, los cananeos vivían en esa región.
La dejaré desolada, y no será podada ni cultivada; le crecerán espinos y cardos. Mandaré que las nubes no lluevan sobre ella.
El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan.
Sales al encuentro de los que, alegres, practican la justicia y recuerdan tus caminos. Pero te enojas si persistimos en desviarnos de ellos. ¿Cómo podremos ser salvos?
Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas; nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.
Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del Señor: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desmayar.
Y todos los árboles del campo sabrán que yo soy el Señor. Al árbol grande lo corto, y al pequeño lo hago crecer. Al árbol verde lo seco, y al seco lo hago florecer. Yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré”».
Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. ―¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera.