Así que Jilquías el sacerdote, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a consultar a la profetisa Huldá, que vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Huldá era la esposa de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá y nieto de Jarjás.
Hechos 21:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 este tenía cuatro hijas solteras que profetizaban. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Biblia Nueva Traducción Viviente Tenía cuatro hijas solteras, que habían recibido el don de profecía. Biblia Católica (Latinoamericana) tenía cuatro hijas que se habían quedado vírgenes y tenían el don de profecía. La Biblia Textual 3a Edicion Y éste tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Tenía éste cuatro hijas vírgenes y profetisas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y este tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban. |
Así que Jilquías el sacerdote, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a consultar a la profetisa Huldá, que vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Huldá era la esposa de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá y nieto de Jarjás.
«¡Dios mío, recuerda las intrigas de Sambalat y Tobías! ¡Recuerda también a la profetisa Noadías y a los otros profetas que quisieron intimidarme!»
Entonces Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó una pandereta, y mientras todas las mujeres la seguían danzando y tocando panderetas,
»Y ahora tú, hijo de hombre, enfréntate a esas mujeres de tu pueblo que profetizan según sus propios delirios. ¡Denúncialas!
»Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes.
Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años,
En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé; Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca; y Saulo.
»“Sucederá que en los últimos días —dice Dios— derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Vuestros hijos e hijas profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos.
De modo que el que se casa con su prometida hace bien, pero el que no se casa hace mejor.
Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos.
En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot.