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Génesis 49:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Impetuoso como un torrente, ya no serás el primero: te acostaste en mi cama; profanaste la cama de tu propio padre.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pero eres tan impetuoso como una inundación, y ya no serás más el primero. Pues te acostaste con mi esposa; deshonraste mi cama matrimonial.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Eres como las aguas espumantes: no te encumbrarás, tú que subiste al lecho de tu padre y deshonraste mi cama.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Incontrolable como las aguas, No serás el principal, Pues subiste al lecho de tu padre y lo profanaste: ¡Mi tálamo escaló!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

hirviente como el agua: no tendrás la primacía, porque subiste al lecho de tu padre; profanaste mi tálamo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Inestable como las aguas, no serás el principal; por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

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Lòt tradiksyon



Génesis 49:4
11 Referans Kwoze  

Mientras vivía en esa región, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre. Cuando Israel se enteró de esto, se enojó muchísimo. Jacob tuvo doce hijos:


Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto, es decir, Jacob y sus hijos: Rubén, el primogénito de Jacob.


Descendencia de Rubén, primogénito de Israel. Rubén era el primogénito, pero en la genealogía no fue reconocido como tal, por haber profanado el lecho de su padre. Su derecho de primogenitura pasó a los hijos de José hijo de Israel.


Es ya de dominio público que hay entre vosotros un caso de inmoralidad sexual que ni siquiera entre los paganos se tolera, a saber, que uno de vosotros tiene por mujer a la esposa de su padre.


“Maldito sea quien se acueste con la mujer de su padre, pues con tal acción deshonra el lecho de su padre”. Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”


»Que Rubén viva, y que no muera; ¡sean innumerables sus hombres!»


No codicies la mujer de tu prójimo, ni desees su casa, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.


Tienen los ojos llenos de adulterio y son insaciables en el pecar; seducen a las personas inconstantes; son expertos en la avaricia, ¡hijos de maldición!


En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición.