Génesis 23:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 ―Escúchanos, señor; tú eres un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulta a tu esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su tumba para que puedas sepultar a tu esposa. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Óyenos, señor nuestro; eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te negará su sepulcro, ni te impedirá que entierres tu muerta. Biblia Nueva Traducción Viviente usted es un príncipe de honor entre nosotros. Escoja la mejor de nuestras tumbas y entiérrela allí. Ninguno de nosotros se negará a ayudarle en ese sentido. Biblia Católica (Latinoamericana) Escúchanos, señor: entre nosotros tú eres un príncipe de Dios. Sepulta a tu difunta en la mejor de nuestras sepulturas, pues ninguno de nosotros te negará una tumba para tu difunta. La Biblia Textual 3a Edicion Óyenos, señor mío, tú eres en medio de nosotros un príncipe de ’Elohim. Sepulta a tu difunta en lo más escogido de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro para sepultar a tu difunta. Biblia Serafín de Ausejo 1975 'Escucha, señor nuestro. Tú eres entre nosotros como un príncipe de Dios; sepulta, pues, a tu difunta en la mejor de nuestras sepulturas. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que sepultes en él a tu difunta'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Escúchanos, señor mío, tú eres un príncipe poderoso entre nosotros; en el mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que sepultes a tu muerta. |
En cuanto Abram supo que su sobrino estaba cautivo, convocó a trescientos dieciocho hombres adiestrados que habían nacido en su casa, y persiguió a los invasores hasta Dan.
Por eso, Sara se rio y pensó: «¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?»
Pero ahora devuelve esa mujer a su esposo, porque él es profeta y va a interceder por ti para que vivas. Si no lo haces, ten por seguro que morirás junto con todos los tuyos.
En aquel tiempo, Abimélec, que estaba acompañado por Ficol, jefe de su ejército, le dijo a Abraham: ―Dios está contigo en todo lo que haces.
―Sírvete, señor mío —le respondió. Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber.
El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos.
Entonces Raquel le dijo a su padre: ―Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme delante de ti, pero es que estoy en mi período de menstruación. Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos.
le contestarás: “Es un regalo para mi señor Esaú, que de sus ganados te manda tu siervo Jacob. Además, él mismo viene detrás de nosotros”».
―¡No, señor! —respondieron—. Tus siervos hemos venido a comprar alimento.
¿Por qué habéis robado la copa que usa mi señor para beber y para adivinar? ¡Esto que habéis hecho está muy mal!”»
Es más, nosotros te trajimos de vuelta de Canaán el dinero que habíamos pagado, pero que encontramos en nuestras bolsas. ¿Por qué, entonces, habríamos de robar oro o plata de la casa de tu señor?
―Hermano mío, no te enojes —contestó Aarón—. Tú bien sabes cuán inclinado al mal es este pueblo.
Así dice el Señor: «Los productos de Egipto y la mercancía de Cus pasarán a ser de tu propiedad; los sabeos, hombres de elevada estatura, marcharán detrás de ti con grilletes. Se inclinarán en tu presencia, y suplicantes te dirán: “Hay un solo Dios, no hay ningún otro, y ese Dios está contigo”».
―¡Ojalá siga yo siendo de tu agrado, mi señor! —contestó ella—. Tú me has consolado y me has hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de tus siervas.