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Éxodo 3:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Pero el Señor siguió diciendo: ―Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Luego el Señor le dijo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Yavé dijo: 'He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Luego dijo YHVH: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor por causa de sus opresores, porque conozco sus padecimientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Dijo Yahveh: 'He visto muy bien el sufrimiento de mi pueblo en Egipto y he oído las quejas que le arrancan los capataces de obras. Conozco bien sus angustias.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y dijo Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues conozco sus angustias;

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Lòt tradiksyon



Éxodo 3:7
31 Referans Kwoze  

»Estás embarazada, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción.


Por eso bajaré, a ver si realmente sus acciones son tan malas como el clamor contra ellas me lo indica; y, si no, he de saberlo.


Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño.


Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén, diciendo: «El Señor ha visto mi aflicción; ahora sí me amará mi esposo».


Entonces él me dijo: “Fíjate bien, y te darás cuenta de que todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados. Yo he visto todo lo que te ha hecho Labán.


Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia.


Das la victoria a los humildes, pero tu mirada humilla a los altaneros.


Entonces Joacaz clamó al Señor, y él lo escuchó, pues vio la gran opresión del rey de Siria sobre Israel.


«Regresa y dile a Ezequías, gobernante de mi pueblo, que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor.


»En Egipto viste la aflicción de nuestros padres; junto al Mar Rojo escuchaste sus lamentos.


Al verlos Dios angustiados, y al escuchar su clamor,


Las palabras del Señor son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol.


Cuando ya no me queda aliento, tú me muestras el camino. Por la senda que transito, algunos me han tendido una trampa.


Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.


Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.


Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores.


Este pobre clamó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias.


Señor, tú has visto todo esto; no te quedes callado. ¡Señor, no te alejes de mí!


para que en las puertas de Jerusalén proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.


Fue así como los egipcios pusieron capataces para que oprimieran a los israelitas. Les impusieron trabajos forzados, tales como los de edificar para el faraón las ciudades de almacenaje Pitón y Ramsés.


Pero llegó al poder en Egipto otro rey que no había conocido a José,


porque, si tú y tu pueblo lo hacéis, y ellos me piden ayuda, yo te aseguro que atenderé a su clamor:


Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo.


Los capataces y jefes de cuadrilla salieron de allí y fueron a decirle al pueblo: «Así dice el faraón: “Ya no voy a daros paja.


Ese mismo día el faraón les ordenó a los capataces y jefes de cuadrilla:


de todas sus angustias. Él mismo los salvó; no envió un emisario ni un ángel. En su amor y misericordia los rescató; los levantó y los llevó en sus brazos como en los tiempos de antaño.


También sabes que clamamos al Señor, y que él escuchó nuestra súplica y nos envió un ángel que nos sacó de Egipto. »”Ya estamos en Cades, población que está en las inmediaciones de tu territorio.


Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse, así que he descendido para librarlos. Ahora ven y te enviaré de vuelta a Egipto”.


Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.


«Mañana, a esta hora, te voy a enviar un hombre de la tierra de Benjamín. Lo ungirás como gobernante de mi pueblo Israel, para que lo libre del poder de los filisteos. Me he compadecido de mi pueblo, pues sus gritos de angustia han llegado hasta mí».