Todos los utensilios del templo de Dios, grandes y pequeños, más los tesoros del templo y los del rey y de sus oficiales, fueron llevados a Babilonia.
Esdras 5:14 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 También hizo sacar del templo de Babilonia los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor se había llevado del templo de Jerusalén y había puesto en el templo de Babilonia, y se los entregó a Sesbasar, a quien había nombrado gobernador. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 También los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén y los había llevado al templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, a quien había puesto por gobernador; Biblia Nueva Traducción Viviente El rey Ciro devolvió las copas de oro y de plata que Nabucodonosor había tomado del templo de Dios en Jerusalén y había colocado en el templo de Babilonia. Esas copas fueron retiradas de ese templo y entregadas a un hombre llamado Sesbasar, a quien el rey Ciro había designado gobernador de Judá. Biblia Católica (Latinoamericana) El rey Ciro mandó buscar los objetos de oro y plata del Templo de Dios que Nabucodonosor había traído de Jerusalén y depositado en el templo de Babilonia. Se los pasó a Sesbasar, a quien nombró gobernador, La Biblia Textual 3a Edicion Y los utensilios de oro y de plata de la Casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del Santuario de Jerusalem y puesto en el templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia y fueron entregados a uno llamado Sesbasar, a quien había nombrado gobernador. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Incluso los objetos de oro y de plata del templo de Dios que Nabucodonosor había sacado del templo de Jerusalén y se había llevado al templo de Babilonia, el rey Ciro los hizo sacar del templo de Babilonia y se los entregó a un hombre llamado Sesbasar, a quien él puso como gobernador, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y también los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén, y los había metido en el templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, al cual había puesto por gobernador; |
Todos los utensilios del templo de Dios, grandes y pequeños, más los tesoros del templo y los del rey y de sus oficiales, fueron llevados a Babilonia.
Además, Nabucodonosor se llevó a Babilonia los utensilios del templo del Señor y los puso en su templo en Babilonia.
Ciro, pues, ordenó a Sesbasar que tomara esos utensilios y los devolviera al templo de Jerusalén, y que reedificara en el mismo sitio el templo de Dios.
Entonces Sesbasar llegó a Jerusalén y echó los cimientos del templo de Dios. Desde entonces se ha estado trabajando en su reconstrucción, pero aún no se ha terminado».
Con respecto a los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor sacó del templo de Jerusalén y llevó a Babilonia, que los devuelvan a Jerusalén, y que se pongan en el templo de Dios, donde deben estar.
«Bendito sea el Señor, Dios de nuestros antepasados, que puso en el corazón del rey el propósito de honrar el templo del Señor en Jerusalén.
En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado.
Además, el comandante de la guardia se apoderó de las palanganas, los incensarios, los aspersorios, las ollas, los candelabros, los platos y fuentes para las libaciones, todo lo cual era de oro y de plata.
El día primero del mes sexto del segundo año del rey Darío, vino palabra del Señor por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac:
Y el Señor inquietó de tal manera a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y a todo el resto del pueblo, que vinieron y empezaron a trabajar en la casa de su Dios, el Señor Todopoderoso.
«Pregunta a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y al resto del pueblo:
«Di a Zorobabel, gobernante de Judá: “Yo voy a estremecer los cielos y la tierra.
Al ver lo sucedido, el gobernador creyó, maravillado de la enseñanza acerca del Señor.