David, por su parte, dijo: ―¡Que tu sangre caiga sobre tu cabeza! Tu boca misma te condena al admitir que mataste al ungido del Señor.
Eclesiastés 10:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Las palabras del sabio son placenteras, pero los labios del necio son su ruina; Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. Biblia Nueva Traducción Viviente Las palabras sabias traen aprobación, pero a los necios, sus propias palabras los destruyen. Biblia Católica (Latinoamericana) Las palabras del sabio son una gracia, en cambio las del tonto son perjudiciales, en primer lugar para él. La Biblia Textual 3a Edicion Las palabras del sabio son provechosas, Pero los labios del necio causan su propia ruina. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Las palabras de la boca del sabio son favor para él, pero al necio sus labios le pierden. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Las palabras de la boca del sabio están llenas de gracia; mas los labios del necio causan su propia ruina. |
David, por su parte, dijo: ―¡Que tu sangre caiga sobre tu cabeza! Tu boca misma te condena al admitir que mataste al ungido del Señor.
¡Os infundiría nuevos bríos con la boca; os daría consuelo con los labios!
Que sobre la cabeza de mis perseguidores recaiga el mal que sus labios proclaman.
Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre.
El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre.
El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio.
La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades.
Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna.
El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado.
El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey.
El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho.
Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor.
No te apresures, ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palabra alguna; él está en el cielo y tú estás en la tierra. Mide, pues, tus palabras.
No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero de Dios que lo hiciste sin querer. ¿Por qué ha de enojarse Dios por lo que dices, y destruir el fruto de tu trabajo?
Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios que a los gritos del jefe de los necios.
El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal.
El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré?
Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban.
Evitad toda conversación obscena. Por el contrario, que vuestras palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes las escuchan.
Que vuestra conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabréis cómo responder a cada uno.