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2 Samuel 20:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Por allí se encontraba un malvado que se llamaba Sabá hijo de Bicrí, que era benjaminita. Dando un toque de trompeta, se puso a gritar: «¡Pueblo de Israel, todos a vuestras casas, pues no tenemos parte con David, ni herencia con el hijo de Isaí!»

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Aconteció que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Cada uno a su tienda, Israel!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sucedió que había un alborotador allí de nombre Seba, hijo de Bicri, un hombre de la tribu de Benjamín. Seba tocó un cuerno de carnero y comenzó a repetir: «¡Abajo la dinastía de David! No nos interesa para nada el hijo de Isaí. Vamos, hombres de Israel, todos a sus casas».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Había allí un hombre malvado, llamado Sebá, hijo de Bicri, de la tribu de Benjamín. Tocó el cuerno y proclamó: 'Nada tenemos que ver con David, nada tenemos que esperar del hijo de Jesé. ¡Israel, regresa a tus tiendas!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero estaba allí cierto hombre de Belial, llamado Seba ben Bicri, benjamita, quien dio soplido al shofar, y dijo: ¡No tenemos parte en David ni heredad en el hijo de Isaí! ¡Israel: cada uno a sus dioses!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Hallábase allí un hombre perverso, llamado Seba, hijo de Bicrí, benjaminita, que mandó tocar la trompeta y dijo: 'No tenemos parte con David, ni herencia con el hijo de Jesé. ¡Cada uno a su tienda, Israel!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y aconteció que se hallaba allí un hombre de Belial que se llamaba Seba, hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad en el hijo de Isaí: ¡Cada uno a su tienda, oh Israel!

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Lòt tradiksyon



2 Samuel 20:1
31 Referans Kwoze  

Los hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupín, Jupín y Ard.


pero al mismo tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: «Tan pronto como oigáis el toque de trompeta, exclamad: “¡Absalón reina en Hebrón!”»


Dirigiéndose a Abisay y a todos sus oficiales, David añadió: ―Si el hijo de mis entrañas intenta quitarme la vida, ¡qué no puedo esperar de este benjaminita! Dejadlo que me maldiga, pues el Señor se lo ha mandado.


En sus insultos, Simí le decía al rey: ―¡Largo de aquí! ¡Asesino! ¡Canalla!


Después tomaron el cuerpo de Absalón, lo tiraron en un hoyo grande que había en el bosque, y sobre su cadáver amontonaron muchísimas piedras. Mientras tanto, todos los israelitas huyeron a sus hogares.


Entonces todos los israelitas abandonaron a David y siguieron a Sabá hijo de Bicrí. Los de Judá, por su parte, se mantuvieron fieles a su rey y lo acompañaron desde el Jordán hasta Jerusalén.


Y fue tal la astucia con que la mujer habló con todo el pueblo que le cortaron la cabeza a Sabá hijo de Bicrí y se la arrojaron a Joab. Entonces Joab hizo tocar la trompeta, y todos los soldados se retiraron de la ciudad y regresaron a sus casas. Joab, por su parte, volvió a Jerusalén para ver al rey.


Pero los malvados son como espinos que se desechan; nadie los toca con la mano.


Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una: «¡Pueblo de Israel, todos a vuestras casas! ¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos! ¿Qué parte tenemos con David? ¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?» Así que se fueron, cada uno a su casa.


Poned frente a él a dos sinvergüenzas y hacedles testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sacadlo y matadlo a pedradas».


Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una: «¡Pueblo de Israel, todos a vuestras casas! ¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos! ¿Qué parte tenemos con David? ¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?» Así que se fueron, cada uno a su casa.


el rey Roboán consultó con los ancianos que en vida de su padre Salomón habían estado a su servicio. ―¿Qué me aconsejáis vosotros que le responda a este pueblo? —preguntó.


¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!


Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas;


no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si al final tu prójimo te pone en vergüenza?


Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos.


Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede mantenerse en pie.


Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a este por rey”.


Pero, en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos aquí y matadlos delante de mí”».


―¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies! ―Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.


que han surgido hombres perversos que descarrían a la gente y te dicen: “Vayamos a rendir culto a otros dioses”, dioses que vosotros no habéis conocido,


Mientras pasaban un momento agradable, algunos hombres perversos de la ciudad rodearon la casa. Golpeando la puerta, le gritaban al anciano dueño de la casa: ―¡Saca al hombre que llegó a tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él!


Cuando llegó allí, tocó la trompeta en la región montañosa de Efraín, y los israelitas descendieron de la montaña, con él a la cabeza.


Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec.


De entre los israelitas, Saúl escogió tres mil soldados; dos mil estaban con él en Micmás y en los montes de Betel, y mil estaban con Jonatán en Guibeá de Benjamín. Al resto del ejército Saúl lo mandó a sus hogares.


Los hijos de Elí eran unos perversos que no tenían en cuenta al Señor.


Pero entre los que acompañaban a David había gente mala y perversa que dijo: ―Estos no vinieron con nosotros, así que no vamos a darles nada del botín que recobramos. Que tome cada uno a su esposa y a sus hijos, y que se vaya.