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2 Samuel 11:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Luego le dijo: «Vete a tu casa y acuéstate con tu mujer». Tan pronto como salió del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Después le dijo a Urías: «Ve a tu casa a descansar». David incluso le envió un regalo a Urías apenas este dejó el palacio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

después dijo a Urías: 'Anda a tu casa, te has ganado el derecho de lavarte los pies'. Apenas salió Urías de la casa del rey, éste despachó detrás de él un presente de su mesa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa real, le fue enviado un presente del rey.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Después díjole David a Urías: 'Baja a tu casa y lávate los pies'. Salió Urías del palacio real y tras él salió también un presente de la mesa del rey.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de casa del rey, vino tras de él comida real.

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Lòt tradiksyon



2 Samuel 11:8
11 Referans Kwoze  

Haré que os traigan un poco de agua para que os lavéis los pies, y luego podréis descansar bajo el árbol.


Les dijo: ―Por favor, señores, os ruego que paséis la noche en la casa de este vuestro siervo. Allí podréis lavaros los pies, y mañana al amanecer seguiréis vuestro camino. ―No, gracias —respondieron ellos—. Pasaremos la noche en la plaza.


y a todos los hizo pasar a la casa de José. Allí les dio agua para que se lavaran los pies, y les dio de comer a sus asnos.


Las porciones les eran servidas desde la mesa de José, pero a Benjamín se le servían porciones mucho más grandes que a los demás. En compañía de José, todos bebieron y se alegraron.


No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez.


¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos?


Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas.


¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades; cometen sus fechorías en la oscuridad, y piensan: «¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?»!


No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse.


Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón: ―¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.


Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.