Al volver, llegaron hasta Enmispat, es decir, Cades, y conquistaron todo el territorio de los amalecitas, y también el de los amorreos que vivían en la región de Jazezón Tamar.
2 Samuel 1:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Me preguntó quién era yo, y le respondí que era amalecita. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. Biblia Nueva Traducción Viviente y él me contestó: “¿Quién eres?”. Le respondí: “Soy un amalecita”. Biblia Católica (Latinoamericana) Me dijo: ¿Quién eres tú? Le dije: Soy un amalecita. La Biblia Textual 3a Edicion Y él me preguntó: ¿Quién eres tú? Y le respondí: Soy un amalecita. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Él me preguntó: '¿Quién eres tú?'. Y le respondí: 'Soy amalecita'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él me dijo: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. |
Al volver, llegaron hasta Enmispat, es decir, Cades, y conquistaron todo el territorio de los amalecitas, y también el de los amorreos que vivían en la región de Jazezón Tamar.
Entonces David le preguntó al joven que le había traído la noticia: ―¿De dónde eres? ―Soy un extranjero amalecita —respondió.
Entonces me pidió que me acercara y me ordenó: “¡Mátame de una vez, pues estoy agonizando y no acabo de morir!”
Balán miró a Amalec y pronunció este oráculo: «Amalec fue el primero entre las naciones, pero su fin será la destrucción total».
Así que ve y ataca a los amalecitas ahora mismo. Destruye por completo todo lo que les pertenezca; no les tengas compasión. Mátalos a todos, hombres y mujeres, niños y recién nacidos, toros y ovejas, camellos y asnos”».
Acostumbraba a salir en campaña con sus hombres para saquear a los guesureos, guirzitas y amalecitas, pueblos que durante mucho tiempo habían habitado la zona que se extiende hacia Sur y hasta el país de Egipto.
Al tercer día, David y sus hombres llegaron a Siclag, pero se encontraron con que los amalecitas habían invadido la región del Néguev y que, después de atacar e incendiar Siclag,
―¿A quién perteneces? —le preguntó David—. ¿De dónde vienes? ―Soy egipcio —le respondió—, esclavo de un amalecita. Hace tres días caí enfermo, y mi amo me abandonó.
David los atacó al amanecer y los combatió hasta la tarde del día siguiente. Los únicos que lograron escapar fueron cuatrocientos muchachos que huyeron en sus camellos.