Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—.
2 Reyes 24:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Entonces el Señor envió contra Joacim bandas de guerrilleros babilonios, sirios, moabitas y amonitas. Las envió contra Judá para destruir el país, según la palabra que el Señor había dado a conocer por medio de sus siervos los profetas. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces el Señor mandó contra Judá bandas de saqueadores babilonios, arameos, moabitas y amonitas a fin de destruirla, tal como el Señor lo había prometido por medio de sus profetas. Biblia Católica (Latinoamericana) Yavé envió contra Joaquim a bandas de caldeos, de arameos, de moabitas y de amoneos, las mandó contra Judá para hacerlo desaparecer, según la palabra que había dicho Yavé por boca de sus servidores los profetas. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces YHVH envió contra él cuadrillas de caldeos, cuadrillas de sirios, cuadrillas de moabitas, y cuadrillas de amonitas. Las envió contra Judá para destruirla, conforme a la palabra que YHVH había hablado por mano de sus siervos los profetas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces Yahveh envió contra él bandas de caldeos, arameos, moabitas y amonitas; las envió contra Judá para destruirlo, según el oráculo que Yahveh había pronunciado por medio de sus siervos los profetas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pero Jehová envió contra él tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas; los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas. |
Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—.
que yo, el Señor, les advierto: ‘Voy a enviar desgracia sobre este lugar y sus habitantes, según todo lo que dice el libro que ha leído el rey de Judá.
Por lo tanto, el Señor declaró: «Voy a apartar de mi presencia a Judá, como hice con Israel; repudiaré a Jerusalén, la ciudad que escogí, y a este templo, del cual dije: “Ese será el lugar donde yo habite”».
Así que el rey de Israel les dio un tremendo banquete. Cuando terminaron de comer, los despidió, y ellos regresaron a su rey. Y las bandas de sirios no volvieron a invadir el territorio israelita.
Por eso el Señor envió contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce.
No había terminado de hablar este mensajero cuando otro más llegó y dijo: «Unos salteadores caldeos vinieron y, dividiéndose en tres grupos, se apoderaron de los camellos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contártelo!»
Vienen de tierras lejanas, de los confines del horizonte. Viene el Señor con las armas de su ira para destruir toda la tierra.
Cada vez que pase, os arrebatará; pasará mañana tras mañana, de día y de noche». La comprensión de este mensaje causará terror absoluto.
»El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la dinastía de tu padre días como no se conocieron desde que Efraín se separó de Judá, pues hará venir al rey de Asiria».
Mi heredad es para mí como un ave de muchos colores acosada por las aves de rapiña. ¡Id y reunid a todos los animales salvajes! ¡Traedlos para que la devoren!
Esta es la palabra que vino a Jeremías en relación a todo el pueblo de Judá. La recibió en el año cuarto del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, es decir, durante el año primero del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
yo haré que vengan todos los pueblos del norte, y también mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia. Los traeré contra este país, contra sus habitantes y contra todas las naciones vecinas, y los destruiré por completo: ¡los convertiré en objeto de horror, de burla y de eterna desolación! —afirma el Señor—.
Hubo también otro profeta, de nombre Urías hijo de Semaías, de Quiriat Yearín, que profetizaba en el nombre del Señor. Este profetizó contra la ciudad y contra el país, tal y como hizo Jeremías.
entonces haré con esta casa lo mismo que hice con Siló: ¡Haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra!’ ”»
Por eso, así dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos de los babilonios y de Nabucodonosor, su rey, y él la capturará.
Pero, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: “Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio y del ejército sirio”. Por eso ahora vivimos en Jerusalén».
Este es el número de personas desterradas por Nabucodonosor: en el año séptimo de su reinado, tres mil veintitrés judíos;
Sión clama pidiendo ayuda, pero no hay quien la consuele. Por decreto del Señor, los vecinos de Jacob son ahora sus enemigos; Jerusalén ha llegado a ser basura e inmundicia.
Las naciones y provincias vecinas se dispusieron a atacarlo. Le tendieron trampas, y quedó atrapado en el foso.
a los babilonios y a todos los caldeos, a los de Pecod, Soa y Coa, y con ellos a los asirios, todos ellos jóvenes apuestos, gobernantes y oficiales, guerreros y hombres distinguidos, montados a caballo.
Por lo tanto, por culpa vuestra Sión será como un campo arado; Jerusalén quedará en ruinas, y el monte del templo se volverá un matorral.
Estoy incitando a los caldeos, ese pueblo despiadado e impetuoso, que recorre toda la tierra para apoderarse de territorios ajenos.