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2 Crónicas 22:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Hizo lo que ofende al Señor, como lo había hecho la familia de Acab. En efecto, una vez muerto su padre, Ocozías tuvo como consejeros a miembros de esa familia, para su perdición.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Hizo, pues, lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Hizo lo malo a los ojos del Señor, igual que la familia de Acab. Los parientes de Acab incluso llegaron a ser asesores de Ocozías después de la muerte de su padre y lo llevaron a la ruina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Se portó mal con Yavé, como los de la familia de Ajab, porque después de la muerte de su padre, fueron ellos sus consejeros para su perdición.

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La Biblia Textual 3a Edicion

E hizo lo malo ante los ojos de YHVH, como la casa de Acab, porque después de la muerte de su padre, le aconsejaban para perdición suya.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Hizo, pues, lo que es malo a los ojos de Yahveh, como los de la casa de Ajab, los cuales, después de la muerte de su padre, fueron sus consejeros, para perdición suya.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Hizo, pues, lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición.

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Lòt tradiksyon



2 Crónicas 22:4
9 Referans Kwoze  

También Ocozías siguió el mal ejemplo de la familia de Acab, pues su madre le aconsejaba que hiciera lo malo.


Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos.


En los planes del justo hay justicia, pero en los consejos del malvado hay engaño.


El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado.


Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber.


Luego ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir.


En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: ―¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego? ―Así es, rey —le respondieron.


Tú sigues fielmente los decretos de Omrí y todas las prácticas de la dinastía de Acab; te conduces según sus consejos. Por eso voy a entregarte a la destrucción, y a poner en ridículo a tus habitantes. ¡Tendrás que soportar el insulto de los pueblos!»