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1 Samuel 2:17 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Así que el pecado de estos jóvenes era gravísimo a los ojos del Señor, pues trataban con desprecio las ofrendas que le pertenecían.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así que el pecado de estos jóvenes era muy serio ante los ojos del Señor, porque trataban las ofrendas del Señor con desprecio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El pecado de esos jóvenes era muy grande a los ojos de Yavé porque desacreditaban la ofrenda que se hace a Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así el pecado de los jóvenes era muy grave delante de YHVH, porque tales hombres menospreciaban las ofrendas de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Así, el pecado de estos jóvenes era extremadamente grande a los ojos de Yahveh, porque atraían el descrédito sobre las ofrendas a Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.

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Lòt tradiksyon



1 Samuel 2:17
11 Referans Kwoze  

quien llegó a ser un valiente cazador ante el Señor. Por eso se dice: «Como Nimrod, valiente cazador ante el Señor».


Los habitantes de Sodoma eran malvados y cometían pecados muy graves contra el Señor.


Pero Dios vio que la tierra estaba corrompida y llena de violencia.


Sacrificó en el fuego a su propio hijo, practicó la magia y la hechicería, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira.


Contra ti he pecado, solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.


Jerusalén se tambalea, Judá se derrumba, porque su hablar y su actuar son contrarios al Señor: ¡desafían su gloriosa presencia!


Otra cosa que vosotros hacéis es inundar de lágrimas el altar del Señor; lloráis y os lamentáis porque él ya no presta atención a vuestras ofrendas ni las acepta de vuestras manos con agrado.


»¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!


Y, si el hombre contestaba: «Espera a que se queme la grasa, como es debido; luego podrás tomar lo que desees», el asistente replicaba: «No, dámela ahora mismo; de lo contrario, te la quito por la fuerza».


Ya le dije que por la maldad de sus hijos he condenado a su familia para siempre; él sabía que estaban blasfemando contra Dios y, sin embargo, no los refrenó.