Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga».
1 Samuel 17:43 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 le dijo: ―¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos? Y, maldiciendo a David en nombre de sus dioses, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Biblia Nueva Traducción Viviente —¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas contra mí con un palo? Y maldijo a David en nombre de sus dioses. Biblia Católica (Latinoamericana) El filisteo dijo a David: '¿Acaso soy un perro para que vengas a atacarme con palos? El filisteo maldijo a David por todos sus dioses, La Biblia Textual 3a Edicion Y el filisteo preguntó a David: ¿Soy yo acaso un perro para que vengas a mí con palos? Y el filisteo maldijo a David invocando a su dios. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dijo entonces el filisteo a David: '¿Soy yo acaso un perro, para que vengas a mí con palos?'. Y el filisteo, invocando a sus dioses, maldijo a David. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. |
Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga».
Cuando el rey David llegó a Bajurín, salía de allí un hombre de la familia de Saúl, llamado Simí hijo de Guerá. Este se puso a maldecir,
Abisay hijo de Sarvia le dijo al rey: ―¿Cómo se atreve este perros muerto a maldecir a mi señor el rey? ¡Déjame que vaya y le corte la cabeza!
A Abner le molestó mucho la acusación, así que replicó: ―¿Acaso soy un perros de Judá? Hasta el día de hoy me he mantenido fiel a la familia de tu padre Saúl, incluso a sus parientes y amigos, y conste que no te he entregado en manos de David. ¡Y ahora me sales con que he cometido una falta con esa mujer!
Mefiboset se inclinó y dijo: ―¿Y quién es este tu siervo, para que te fijes en él? ¡Si no valgo más que un perros muerto!
Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: «Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado».
Jazael exclamó: ―¡Qué es tu siervo sino un pobre perro! ¿Cómo es posible que haga tal cosa? Entonces Eliseo le declaró: ―El Señor me ha revelado que vas a ser rey de Siria.
Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino.
Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Tal vez así pueda yo vencerlos y echarlos fuera del país. Yo sé que a quien tú bendices, queda bendito, y a quien tú maldices, queda maldito».
Después de haber salido a los campos y recogido y pisado las uvas, celebraron un festival en el templo de su dios. Mientras comían y bebían, maldijeron a Abimélec.
Entonces los soldados de la guarnición les gritaron a Jonatán y a su escudero: ―¡Venid acá! Tenemos algo que deciros. ―Ven conmigo —le dijo Jonatán a su escudero—, porque el Señor le ha dado la victoria a Israel.
»¿Contra quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigue? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga!
¡Que sea el Señor quien juzgue y dicte la sentencia entre nosotros dos! ¡Que examine mi causa, y me defienda y me libre de ti!»