Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria.
1 Reyes 21:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 ―Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña. Biblia Nueva Traducción Viviente —Le pedí a Nabot que me vendiera su viñedo, incluso le ofrecí canjeárselo por otro mejor, ¡pero no quiso! —le contestó Acab. Biblia Católica (Latinoamericana) Le respondió: 'Acabo de decir a Nabot de Jezrael: Dame tu viña, te la pagaré o, si prefieres, te daré otra por ella. Pero me respondió: no te daré mi viña'. La Biblia Textual 3a Edicion Y él le respondió: Porque hablé con Nabot jezreelita, y le dije: Dame tu viñedo por dinero; o si te parece mejor, te daré otro viñedo por él. Y me dijo: No te daré mi viñedo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Respondióle él: 'Porque he estado hablando con Nabot de Yizreel y le he dicho: 'Dame tu viña por dinero, o si lo prefieres, te daré a cambio otra'. Y él me ha respondido: 'No te daré mi viña''. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que, si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña. |
Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria.
Su esposa Jezabel entró y le preguntó: ―¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres?
Ante esto, Jezabel su esposa le dijo: ―¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot.
Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán regresó apurado a su casa, triste y tapándose la cara.
El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.