Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y envió a los jefes de su ejército para que atacaran las ciudades de Israel. Así conquistó Iyón, Dan, Abel Betmacá y todo Quinéret, además de Neftalí.
1 Reyes 20:34 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 ―Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, y podrás establecer zonas de mercado en Damasco, como hizo mi padre en Samaria. Acab le respondió: ―Sobre esa base, te dejaré en libertad. Y así firmó un tratado con él, y lo dejó ir. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con este pacto. Hizo, pues, pacto con él, y le dejó ir. Biblia Nueva Traducción Viviente Ben-adad le dijo: —Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó a tu padre, y puedes establecer lugares de comercio en Damasco, como hizo mi padre en Samaria. Entonces Acab le dijo: —Te dejaré en libertad con estas condiciones. Así que hicieron un nuevo tratado y Ben-adad quedó en libertad. Biblia Católica (Latinoamericana) Ben-Hadad le dijo: 'Te devolveré las ciudades que mi padre quitó a tu padre, y tú podrás instalar casas de negocio en Damasco así como mi padre las había instalado en Samaría'. Ajab le respondió: 'No te dejaré ir sin hacer antes un tratado'. Firmó pues con él un tratado y lo dejó irse. La Biblia Textual 3a Edicion Y le dijo:° Las ciudades que mi padre quitó a tu padre las restituiré; y harás para ti plazas en Damasco, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo° te dejaré ir con este pacto. E hizo un pacto con él, y lo dejó ir. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dijo entonces Ben Hadad: 'Las ciudades que mi padre tomó al tuyo te las devolveré; y tú podrás establecer mercados en Damasco, como mi padre los estableció en Samaría'. 'Y yo -dijo Ajab- por esta alianza te dejaré partir'. Hizo, pues, alianza con él y lo dejó partir. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y le dijo Benadad: Las ciudades que mi padre tomó de tu padre, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con este pacto. Hizo, pues, pacto con él, y le dejó ir. |
Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y envió a los jefes de su ejército para que atacaran las ciudades de Israel. Así conquistó Iyón, Dan, Abel Betmacá y todo Quinéret, además de Neftalí.
Los hombres tomaron esa respuesta como un buen augurio y, aprovechando la ocasión, exclamaron: ―¡Claro que sí, Ben Adad es tu hermano! ―Id por él —dijo el rey. Cuando Ben Adad se presentó ante Acab, este lo hizo subir a su carro de combate. Entonces Ben Adad le propuso:
Y le dijo al rey: ―Así dice el Señor: “Has dejado en libertad a un hombre que yo había condenado a muerte. Por lo tanto, pagarás su vida con la tuya, y su pueblo con el tuyo”.
Pero el rey de Siria les había ordenado a sus treinta y dos capitanes de los carros de combate: «No luchéis contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel».
Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y dio a los jefes de su ejército la orden de atacar las ciudades de Israel. Así conquistaron Iyón, Dan y Abel Mayin, y todos los depósitos que había en las ciudades de Neftalí.
Pero el rey de Siria les había ordenado a sus capitanes de los carros de combate: «No luchéis contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel».
Aunque al malvado se le tenga compasión, no aprende lo que es justicia; en tierra de rectitud actúa con iniquidad, y no reconoce la majestad del Señor.
«No digáis que es conspiración todo lo que llama conspiración esta gente; no temáis lo que ellos temen, ni os dejéis asustar.
Cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No harás ningún pacto con ellas, ni les tendrás compasión.
Najás el amonita subió contra Jabés de Galaad y la sitió. Los habitantes de la ciudad le dijeron: ―Haz un pacto con nosotros, y seremos tus siervos.
A Agag, rey de Amalec, lo capturó vivo, pero a todos los habitantes los mató a filo de espada.
Además de perdonarle la vida al rey Agag, Saúl y su ejército preservaron las mejores ovejas y vacas, los terneros más gordos y, en fin, todo lo que era de valor. Nada de esto quisieron destruir; solo destruyeron lo que era inútil y lo que no servía.