Ya que habéis pasado por donde está vuestro siervo, dejadme traeros algo de comer para que os sintáis mejor antes de seguir vuestro camino. ―¡Está bien —respondieron ellos—, hazlo así!
1 Reyes 17:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Mientras ella iba por el agua, él volvió a llamarla y le dijo: ―Tráeme también, por favor, un pedazo de pan. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras ella iba a buscarle el agua, la llamó y dijo: —También tráeme un bocado de pan. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando iba a buscarla, la llamó y le dijo: ¿Podrías traerme también un trozo de pan?' La Biblia Textual 3a Edicion Y al ir a traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas un bocado de pan en tu mano. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando iba ella a buscarla, él la llamó de nuevo y le dijo: 'Tráeme también, por favor, un trozo de pan'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. |
Ya que habéis pasado por donde está vuestro siervo, dejadme traeros algo de comer para que os sintáis mejor antes de seguir vuestro camino. ―¡Está bien —respondieron ellos—, hazlo así!
Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: ―Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber.
―Tan cierto como que vive el Señor tu Dios —respondió ella—, que no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!
«Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer».
Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber.
Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, os aseguro que no perderá su recompensa».
No os olvidéis de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.