realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos.
1 Crónicas 17:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo: «Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos? Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar? Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró: «¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí? Biblia Católica (Latinoamericana) Vino entonces el rey David a sentarse delante de Yavé, y dijo: '¿Quién soy yo, oh Yavé Dios, y qué es mi casa para que hayas hecho por mí tales cosas?, La Biblia Textual 3a Edicion Entonces fue el rey David, y se sentó delante de YHVH, y dijo: ¡Oh YHVH ’Elohim! ¿Quién soy yo y qué es mi casa, para que me lleves tan lejos? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entró luego el rey David, se puso ante Yahveh y exclamó: '¿Quién soy yo, Yahveh Dios, y qué es mi casa, para que me hayas hecho llegar hasta aquí? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y entró el rey David, y estuvo delante de Jehová, y dijo: ¿Quién soy yo, oh Jehová Dios, y qué es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar? |
realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos.
Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo: «Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos?
Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó. Luego subió al templo del Señor, la desplegó delante del Señor,
Natán le comunicó todo esto a David, tal como lo había recibido por revelación.
Como si esto fuera poco, has hecho promesas a este tu siervo en cuanto al futuro de su dinastía. ¡Me has tratado como si fuera yo un hombre muy importante, Señor y Dios!
»Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.
Salomón respondió: ―Tú trataste con mucho amor a David mi padre, y a mí me has permitido reinar en su lugar.
Señor, ¿qué es el mortal para que lo cuides? ¿Qué es el ser humano para que en él pienses?
Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería:
Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos.
Aunque soy el más insignificante de todos los santos, recibí esta gracia de predicar a las naciones las incalculables riquezas de Cristo,
―Pero, señor —objetó Gedeón—, ¿cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más débil de la tribu de Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia.
Después Samuel tomó una piedra, la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Ebenezer, «El Señor no ha dejado de ayudarnos».
―¿Por qué me dices eso? —respondió Saúl—. ¿No soy yo de la tribu de Benjamín, que es la más pequeña de Israel? ¿Y no es mi familia la más insignificante de la tribu de Benjamín?