Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.
1 Corintios 15:45 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Así está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; el último Adán, en el Espíritu que da vida. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Biblia Nueva Traducción Viviente Las Escrituras nos dicen: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente», pero el último Adán —es decir, Cristo— es un Espíritu que da vida. Biblia Católica (Latinoamericana) Está escrito que el primer Adán era hombre dotado de aliento y vida; el último Adán, en cambio, será espíritu que da vida. La Biblia Textual 3a Edicion Así también está escrito: El primer hombre, Adam, fue hecho un ser viviente;° el postrer Adam, un espíritu vivificante. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Así está escrito: El primer hombre, Adán, fue ser viviente; el último Adán, espíritu vivificante. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y así está escrito: El primer hombre Adán fue hecho un alma viviente; el postrer Adán, un espíritu vivificante. |
Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.
Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero vosotros sí me veréis. Y porque yo vivo, también vosotros viviréis.
―Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.
―Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.
pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes le place.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí.
El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que os he hablado son espíritu y son vida.
―Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos.
Pues, si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo.
a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.
pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
Cuando Cristo, que es vuestra vida, se manifieste, entonces también vosotros seréis manifestados con él en gloria.
Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!
El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y el mar se convirtió en sangre como de gente masacrada, y murió todo ser viviente que había en el mar.
También me dijo: «Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero,
El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!»; y el que escuche diga: «¡Ven!» El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.