Luego se levantaron los sacerdotes y los levitas y bendijeron al pueblo. Su voz fue escuchada y su oración llegó hasta la santa morada, hasta el cielo.
Salmos 102:1 - Biblia Castilian 2003 Oración del afligido cuando, desfalleciente, derrama su queja delante del Se or. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Jehová, escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor. Biblia Nueva Traducción Viviente Señor, ¡oye mi oración! ¡Escucha mi ruego! Biblia Católica (Latinoamericana) Señor, escucha mi plegaria, que mis gritos lleguen hasta ti. La Biblia Textual 3a Edicion Oración de un afligido que desmaya, y en presencia de YHVH derrama su querella. ¡Oh YHVH, escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Oración del afligido cuando, desfalleciente, derrama su queja delante del Señor. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Oración del afligido, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento Oh Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. |
Luego se levantaron los sacerdotes y los levitas y bendijeron al pueblo. Su voz fue escuchada y su oración llegó hasta la santa morada, hasta el cielo.
los que dicen: 'Nuestra lengua es nuestro fuerte, los labios nos asisten, ¿quién será nuestro due o?'.
El aliento se extingue en mi interior, mi corazón en mi pecho se estremece.
En seguida, respóndeme, Se or: el aliento me falta. No me ocultes tu rostro y que me iguale a los que bajan a la fosa.
En pena de sus culpas castigas al humano, corroes, como la ti a, su belleza: el hombre es sólo un soplo. Selah
Noche y d a, mis lágrimas se me han hecho mi pan, pues sin tregua me dicen: '¿Dónde está tu Dios?'.
Mi victoria y mi honor están en Dios, y en él mi roca fuerte y mi defensa.
En d a de pesares busco yo al Se or: mi mano, por la noche, se tiende sin reposo y mi alma rehúsa consolarse.
Sucedió que, durante este largo periodo, murió el rey de Egipto. Los israelitas segu an lamentándose de su servidumbre y clamando, y su grito de socorro, salido del fondo de su esclavitud, llegó a Dios.
Y en medio de la angustia, segu a orando con más intensidad. Su sudor era como gruesas gotas de sangre que ca an en tierra].
Cristo, en los d as de su vida mortal, presentó, a gritos y con lágrimas, oraciones y súplicas al que pod a salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial.
Retiraron entonces a los dioses extra os de en medio de ellos y sirvieron a Yahveh, quien no pudo ya soportar las penalidades de Israel.
'Ma ana a esta hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjam n: tú lo ungirás por jefe de mi pueblo Israel; él será quien salve a mi pueblo de las manos de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta m '.