Rogó David a Dios por el ni o, ayunaba con rigor y pasaba las noches acostado en el suelo.
Nehemías 1:4 - Biblia Castilian 2003 Al o r estas palabras, me senté y romp a llorar, hice duelo durante algunos d as, ayuné y oré ante el Dios del cielo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo, Biblia Católica (Latinoamericana) Al oír eso, me senté y me puse a llorar. Y durante muchos días permanecí sumido en la tristeza: ayunaba y oraba ante el Dios del Cielo, La Biblia Textual 3a Edicion Cuando oí estas palabras me senté, lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré ante el Dios de los cielos, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Al oír estas palabras, me senté y rompí a llorar, hice duelo durante algunos días, ayuné y oré ante el Dios del cielo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y sucedió que, cuando yo oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios del cielo. |
Rogó David a Dios por el ni o, ayunaba con rigor y pasaba las noches acostado en el suelo.
'Por haberse conmovido tu corazón y por haberte humillado tú ante Yahveh al o r lo que he pronunciado contra este lugar y sus habitantes, que se han de convertir en objeto de desolación y maldición, y por haber rasgado tus vestiduras y llorado en mi presencia, yo también te he escuchado. ¡Oráculo de Yahveh!
Salomón hab a hecho un estrado de bronce, de cinco codos de largo, cinco de ancho y tres de alto, y lo hab a colocado en medio del atrio. Y subido en él, se postró de rodillas en presencia de toda la asamblea de Israel y, extendiendo sus manos al cielo,
'As habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén de Judá.
Mientras Esdras oraba, llorando y postrado ante el templo de Dios, se congregó en torno a él un concurso muy numeroso de israelitas: hombres, mujeres y ni os. El pueblo lloraba muy copiosamente.
Al o r esto, rasgué mis vestiduras y mi manto, me arranqué pelos de la cabeza y de la barba y me senté desolado.
A la hora del sacrificio de la tarde, sal de mi abatimiento y, con mis vestidos y manto rasgados, ca de rodillas, extend las manos hacia Yahveh, mi Dios,
Yo les respond: 'El Dios del cielo nos hará triunfar. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Pero vosotros no tendréis parte ni derecho ni recuerdo alguno en Jerusalén'.
D jome el rey: '¿Qué pretendes, pues?'. Encomendándome al Dios del cielo,
A la orilla de los r os de Babel estábamos sentados y llorábamos, recordando a Sión.
a fin de que imploraran la misericordia del Dios del Cielo acerca de aquel misterio y no tuvieran que perecer Daniel y sus compa eros con los demás sabios de Babilonia.
Volv mi rostro al Se or para dirigirle oraciones y súplicas, en ayuno, saco y ceniza.
Él les respondió: 'Soy hebreo, y adoro a Yahveh, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra'.
como en los d as de fiesta, alejaré de ti la desgracia, el oprobio que pesa sobre ti.