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Miqueas 4:1 - Biblia Castilian 2003

Sucederá al final de los tiempos que el monte del templo de Yahveh estará asentado en la cumbre de los montes y se elevará sobre las colinas. Afluirán a él pueblos,

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En los últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más importante de la tierra. Se levantará por encima de las demás colinas y gente del mundo entero acudirá allí para adorar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En el futuro, el cerro de la Casa de Yavé será puesto sobre los altos montes y dominará los lugares más elevados. Irán a verlo todas las naciones

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero en los postreros tiempos, el Monte de la Casa de YHVH Será establecido como cabeza de los montes, Y exaltado sobre todos los collados, y a él correrán los pueblos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Sucederá al final de los tiempos que el monte del templo de Yahveh estará asentado en la cumbre de los montes y se elevará sobre las colinas. Afluirán a él pueblos,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pero acontecerá en los postreros días que el monte de la casa de Jehová será establecido en lo alto de las montañas, y será exaltado sobre los collados; y los pueblos correrán a él.

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Lòt tradiksyon



Miqueas 4:1
53 Referans Kwoze  

Jacob llamó a sus hijos, y les dijo: 'Reun os, y os anunciaré lo que sucederá en los tiempos venideros.


No se apartará de Judá el cetro, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que se le ofrezca el tributo y los pueblos le obedezcan.


En ti está la nobleza desde tu nacimiento en esplendor sagrado desde el seno, desde la aurora de tu infancia.


Los pobres comerán hasta saciarse, los que buscan al Se or lo alabarán: su corazón ha de vivir por siempre.


Canto. Salmo. De los hijos de Coré.


Los pueblos todos que has creado acudirán a postrarse ante ti y a dar gloria a tu nombre.


Sucederá aquel d a: se tocará la trompeta gigante, y vendrán los perdidos en tierra de Asiria y los dispersos en tierra de Egipto, y adorarán a Yahveh en el monte santo, en Jerusalén.


¡Entrégalos! - diré al norte -. ¡No los retengas!, al sur. Traeré a mis hijos desde lejos, a mis hijas del conf n de la tierra,


'No basta con que seas mi siervo, para levantar a las tribus de Jacob y hacer volver a los preservados de Israel. Voy a hacerte luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra'.


Ensancha el lugar de tu tienda, despliega, no escatimes, las lonas de tus moradas, alarga tus cuerdas y asegura tus clavijas,


los llevaré a mi santa monta a y los alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración, y as la llamarán todos los pueblos.


Yahveh, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el d a de angustia, a ti vendrán naciones de los confines de la tierra y dirán: Sólo mentira heredaron nuestros padres, vanidad que de nada sirve.


'Miqueas de Moréset, que profetizó en tiempo de Ezequ as, rey de Judá, habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: As habla Yahveh Sebaot: Sión será arada como un campo, Jerusalén reducida a un montón de ruinas, y el monte del templo a un cerro de maleza.


En aquel tiempo llamarán a Jerusalén trono de Yahveh, y en ella, en Jerusalén, se congregarán todas las naciones en nombre de Yahveh, y no seguirán más la obstinación de su malvado corazón.


Vienen y exultan en la cima de Sión, afluyen a los bienes de Yahveh, al trigo, al vino y al aceite, a los corderos y a las vacas. Su alma será como jard n regado, y ya no volverán a languidecer.


Pero también cambiaré la suerte de Moab al fin de los d as' - oráculo de Yahveh -. Hasta aqu el juicio de Moab.


Avanzarás contra mi pueblo Israel como un nublado que cubre la tierra. Será en los últimos d as. Te traeré contra mi pa s, para que me conozcan las naciones cuando muestre mi santidad ante sus ojos por medio de ti, Gog'.


Me llevó en visiones divinas al pa s de Israel y me situó sobre un monte muy alto, encima del cual hab a, por la parte del mediod a, una construcción a manera de ciudad.


Ésta es la ley del templo: en la cumbre del monte, todo el contorno de su territorio será sant simo. Tal es la ley del templo.'


He venido para darte a conocer lo que le sucederá a tu pueblo al final de los tiempos, porque se trata aún de una visión para aquellos d as'.


pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios, y él ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los d as. Tu sue o y las visiones de tu mente, las que tuviste mientras estabas en el lecho, son las siguientes:


Entonces se desmenuzaron también el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro, y quedaron como tamo de las eras en verano. El viento se los llevó sin dejar rastro alguno; mas la piedra que chocó contra la estatua se convirtió en una gran monta a que llenó toda la tierra.


Por el tiempo de esos reyes, suscitará el Dios del Cielo un reino que nunca será destruido ni será entregado a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, mientras que él permanecerá por siempre,


Le fueron concedidos dominio, gloria e imperio; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino es un reino que no perecerá.


Mas los santos del Alt simo recibirán el reino y lo poseerán eternamente y por los siglos de los siglos'.


hasta que vino el anciano, se hizo justicia a los santos del Alt simo y llegó el momento en que los santos tomaron posesión del reino.


El reino y el dominio y la grandeza de los reinos bajo el cielo les serán dados al pueblo de los santos del Alt simo. Su reino es un reino eterno, y todos los imperios le servirán y le obedecerán'.


Después se convertirán los hijos de Israel, buscarán a Yahveh, su Dios, y a David, su rey, y acudirán temerosos a Yahveh y a sus bienes, al fin de los tiempos.


Justamente por vuestra culpa, Sión será arada como un campo, Jerusalén reducida a un montón de ruinas y el monte del templo a un cerro de maleza.


Todo el pa s se cambiará en llanura, desde Gueba hasta Rimón en el Negueb. Pero Jerusalén se elevará y permanecerá en su lugar: desde la puerta de Benjam n hasta el emplazamiento de la puerta vieja, o sea, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Jananel hasta los lagares del rey.


¡Vamos! Sálvate en Sión, tú que moras en Babel.


As dice Yahveh Sebaot: quiero volver a Sión y habitar en Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad Fiel, y el monte de Yahveh Sebaot Monte Santo.


Porque desde el lugar por donde sale el sol hasta el lugar de su ocaso, mi nombre es grande entre las naciones; y en todo lugar, un sacrificio humeante, una oblación pura, se ofrece a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones - dice Yahveh Sebaot -.


Y sucederá en los últimos d as - dice Dios - que derramaré mi esp ritu sobre toda carne. Profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos so arán sue os.


En estos últimos d as nos ha hablado por medio del Hijo, al que nombró heredero de todas las cosas, y por medio del cual creó también los mundos y los tiempos.


Ante todo, sabed que en los últimos d as vendrán hombres sarcásticos, que caminarán según sus propios deseos


Tocó el séptimo ángel. Y hubo grandes voces en el cielo que dec an: 'El reino del mundo ha pasado a nuestro Se or y a su Cristo. Él reinará por los siglos de los siglos'.


¿Quién no temerá, Se or, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, porque todos los pueblos vendrán y se postrarán ante ti, porque tus justos designios han quedado manifiestos'.


Luego vi tronos. A los que se sentaron en ellos se les dio poder de juzgar. Y vi las almas de los que hab an sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y de la Palabra de Dios, y a cuantos no hab an adorado la bestia ni su imagen, ni hab an recibido la marca en la frente ni en la mano. Volvieron a la vida y reinaron con Cristo por mil a os.