Éramos impuros todos nosotros, como ropa sucia nuestras obras justas. Como hojarasca nos marchitamos todos nosotros, nuestras culpas nos arrastran como el viento.
Mateo 28:9 - Biblia Castilian 2003 Y de pronto, Jesús les salió al encuentro y las saludó: '¡Salve!'. Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras iban, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas corrieron hasta él, abrazaron sus pies y lo adoraron. Biblia Católica (Latinoamericana) En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: 'Paz a ustedes. Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. La Biblia Textual 3a Edicion Y° he aquí Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas se acercaron y se postraron ante Él y abrazaron sus pies. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y de pronto, Jesús les salió al encuentro y las saludó: '¡Salve!'. Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y mientras iban a dar las nuevas a sus discípulos, he aquí, Jesús les sale al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. |
Éramos impuros todos nosotros, como ropa sucia nuestras obras justas. Como hojarasca nos marchitamos todos nosotros, nuestras culpas nos arrastran como el viento.
Los que estaban en la barca se postraron ante él, exclamando: '¡Realmente, eres Hijo de Dios!'.
Entonces les dice Jesús: 'No tengáis ya miedo. Id a llevar la noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea; all me verán'.
Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, con miedo, pero con gran alegr a, y fueron corriendo a llevar la noticia a sus disc pulos.
Y entrando el ángel a donde ella estaba, la saludó: '¡Salve, plena de gracia! El Se or está contigo'.
Ellos [después de adorarlo] se volvieron a Jerusalén, llenos de inmenso gozo.
y, poniéndose detrás de él, a sus pies, y llorando, comenzó a ba árselos con lágrimas y con sus propios cabellos se los iba secando; luego los besaba y los ung a con el perfume.
Mar a, tomando una libra de perfume auténtico de nardo, de mucho precio, ungió los pies de Jesús y se los enjugó con los cabellos. La casa se llenó del aroma del perfume.
Cuando llegó la noche de aquel mismo d a, el primero de la semana, y estando bien cerradas, por miedo de los jud os, las puertas del lugar donde se encontraban los disc pulos, llegó Jesús, se pone delante y les dice: 'Paz a vosotros'.
Por lo demás, hermanos, estad alegres. Procurad vuestra perfección, daos ánimos, tened un mismo sentir, vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Mira: voy a entregarte algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser jud os y no lo son, sino que mienten. Los voy a obligar a que vengan y se postren a tus pies, y sepan que te amo.