No tengáis miedo a los que matan el cuerpo; que al alma no pueden matarla. Temed más bien a quien tiene poder para hacer que perezcan cuerpo y alma en la gehenna.
Mateo 26:74 - Biblia Castilian 2003 Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar: '¡Que no conozco a ese hombre!'. Y en aquel momento cantó un gallo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Biblia Nueva Traducción Viviente Pedro juró: —¡Que me caiga una maldición si les miento! ¡No conozco al hombre! Inmediatamente, el gallo cantó. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces Pedro empezó a proferir maldiciones y a afirmar con juramento que no conocía a aquel hombre. Y en aquelmismo momento cantó un gallo. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces comenzó a maldecir° y a jurar: ¡No conozco a tal hombre! Y enseguida cantó un gallo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar: '¡Que no conozco a ese hombre!'. Y en aquel momento cantó un gallo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces comenzó a maldecir, y a jurar, diciendo: No conozco al hombre. Y enseguida cantó el gallo. |
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo; que al alma no pueden matarla. Temed más bien a quien tiene poder para hacer que perezcan cuerpo y alma en la gehenna.
D jole Jesús: 'Yo te lo aseguro: esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado tú tres veces'.
Poco después, los que all estaban se acercaron a Pedro y le dijeron: 'Seguro que tú también eres de ellos, pues se te nota en el habla'.
Se acordó entonces Pedro de aquello que Jesús le hab a dicho: 'Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces'. Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Y todo el pueblo respondió: '¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!'.
D cele Jesús: 'Yo te lo aseguro: hoy, en esta misma noche, antes de que el gallo cante la segunda vez, tres veces me habrás negado tú'.
Pero él lo negó: 'Ni sé ni entiendo lo que tú estás diciendo'. Y se salió fuera, al vest bulo.
Pero Pedro contestó: '¡Hombre!, no sé de qué me estás hablando'. E inmediatamente, mientras todav a ten a las palabras en la boca, cantó un gallo.
Hasta desear a yo mismo ser anatema, ser separado de Cristo en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne.
Yo, a los que amo, los reprendo y castigo. ¡An mate, pues, y conviértete!
Éste dijo a su madre: 'Los mil cien siclos de plata que te han sido hurtados y por los que lanzabas maldiciones que has hecho llegar a mis o dos, los tengo yo; yo los hab a tomado'. Dijo entonces su madre: '¡Bendito, tú, hijo m o, ante Yahveh!'.
Pero nosotros no podemos darles nuestras hijas por esposas, porque los israelitas han jurado diciendo: '¡Maldito el que entregue una mujer a Benjam n!''.