Pero Jesús contestó: 'No sabéis lo que ped s. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo tengo que beber?'. Ellos le responden: 'S que lo somos'.
Mateo 26:42 - Biblia Castilian 2003 Se alejó por segunda vez y de nuevo estuvo orando: '¡Padre m o: si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad!'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Jesús los dejó por segunda vez y oró: «¡Padre mío! Si no es posible que pase esta copa a menos que yo la beba, entonces hágase tu voluntad». Biblia Católica (Latinoamericana) De nuevo se apartó por segunda vez a orar: 'Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad. La Biblia Textual 3a Edicion Y yendo de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: ¡Padre mío, si esto° no puede pasar sin que lo beba, hágase tu voluntad! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se alejó por segunda vez y de nuevo estuvo orando: '¡Padre mío: si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad!'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. |
Pero Jesús contestó: 'No sabéis lo que ped s. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo tengo que beber?'. Ellos le responden: 'S que lo somos'.
Y adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba diciendo: '¡Padre m o: si es posible, que pase de m este cáliz! Pero no sea como yo quiero sino como quieres tú'.
Cuando volvió, otra vez los encontró durmiendo, pues sus ojos estaban cargados de sue o.
venga tu reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra.
Y dec a '¡Abbá! ¡Padre, todo te es posible: aparta de m este cáliz! Pero no lo que yo quiero, sino lo que quieres tú'.
as: '¡Padre, si quieres, aparta de m este cáliz! Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya'. [
Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como semejante a nosotros, pero sin pecado.