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Marcos 9:3 - Biblia Castilian 2003

de forma que sus vestidos se volvieron tan resplandecientes por su blancura como ningún lavandero en el mundo podr a blanquearlos as.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

y su ropa se volvió blanca resplandeciente, más de lo que cualquier blanqueador terrenal jamás podría lograr.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Sus vestidos se volvieron resplandecientes y tan blancos,° que ningún batanero en la tierra los podría blanquear así.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

de forma que sus vestidos se volvieron tan resplandecientes por su blancura como ningún lavandero en el mundo podría blanquearlos así.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra las puede hacer tan blancas.

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Lòt tradiksyon



Marcos 9:3
13 Referans Kwoze  

Mira que en la iniquidad he nacido y en la maldad me concibió mi madre.


mientras en el cercado vosotros reposáis: alas de paloma recubiertas de plata y sus plumas oro verde.


Venid, pues, y discutamos, - dice Yahveh -: si son vuestros pecados como la grana, blanquearán como la nieve; si son rojos como el carm n, se volverán como la lana.


Segu mirando y vi que colocaron unos tronos y un anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve; los cabellos de su cabeza puros como la lana; su trono eran llamas de fuego; sus ruedas eran ascua encendida.


Su aspecto era como el relámpago, y su vestido blanco como la nieve.


Entonces se les aparecieron El as y Moisés, que conversaban con Jesús.


Y mientras estaba orando, el aspecto de su rostro se transformó y sus vestidos se volvieron de una blancura deslumbrante.


D jole Cornelio: 'Hace cuatro d as a esta misma hora me encontraba haciendo la oración de nona en mi casa, cuando un hombre, con radiantes vestidos, se puso delante de m


para devorar carne de reyes y carne de capitanes, carne de poderosos y carnes de caballos y de jinetes, carnes de todos los hombres, libres y esclavos, peque os y grandes'.


Yo le respond: 'Se or m o, tú lo sabes'. Él me dijo: 'Éstos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado sus vestidos y los han blanqueado en la sangre del Cordero.


Después miré y apareció una muchedumbre inmensa que nadie pod a contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos.