hacer tu voluntad, mi Dios, y es mi deseo, llevar tu ley en el fondo de m mismo.
Marcos 2:2 - Biblia Castilian 2003 Se reunió tanta gente que ni siquiera cab an delante de la puerta; y él les dirig a la palabra. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Biblia Nueva Traducción Viviente Pronto la casa donde se hospedaba estaba tan llena de visitas que no había lugar ni siquiera frente a la puerta. Mientras él les predicaba la palabra de Dios, Biblia Católica (Latinoamericana) se reunió tanta gente que no quedaba sitio ni siquiera a la puerta. La Biblia Textual 3a Edicion Y se reunieron muchos, de modo que ya no había sitio ni aun frente a la puerta; y Él les hablaba la palabra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se reunió tanta gente que ni siquiera cabían delante de la puerta; y él les dirigía la palabra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) E inmediatamente se juntaron muchos, tanto que ya no había lugar, ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. |
hacer tu voluntad, mi Dios, y es mi deseo, llevar tu ley en el fondo de m mismo.
Después de ser encarcelado Juan, se fue Jesús a Galilea, donde proclamaba el evangelio de Dios,
Pero él, apenas salió comenzó a pregonar a voces y a divulgar lo ocurrido, de manera que Jesús ya no pod a presentarse en ciudad alguna, sino que se quedaba en las afueras, en lugares despoblados; y aun as acud an a él de todas partes.
Pasados algunos d as, entró de nuevo en Cafarnaún y corrió la voz de que estaba en casa.
Salió de nuevo a la orilla del mar. Todo el pueblo acud a a él, y él los instru a.
Al desembarcar y ver Jesús a tanta gente, sintió compasión por ellos, pues andaban como ovejas sin pastor; y se puso a instruirlos largamente.
Y mientras la multitud segu a aumentando por millares, hasta el punto de atropellarse unos a otros, primero comenzó a decir a sus disc pulos: 'Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocres a.
Un d a, mientras él ense aba, estaban all sentados algunos fariseos y doctores de la ley, que hab an venido de todas las aldeas de Galilea y de Judea y de Jerusalén. Una fuerza del Se or le asist a para curar.
Él prosiguió después su camino por ciudades y aldeas, predicando y anunciando en ellas el evangelio del reino de Dios. Con él iban los Doce
Entre tanto, los que se hab an dispersado a partir de la persecución que sobrevino cuando lo de Esteban hab an llegado hasta Fenicia y Chipre y Antioqu a, aunque sólo predicaban la palabra a los jud os.
Habiéndoles impedido el Esp ritu Santo predicar la palabra en Asia, cruzaron Frigia y la región de Galacia,
Ellos, después de dar pleno testimonio y predicar la palabra del Se or, emprendieron la vuelta a Jerusalén y evangelizaban de paso muchas aldeas de samaritanos.
¿Qué dice, pues? La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón; esto es, la palabra de la fe que proclamamos.
Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, increpa, exhorta, con toda comprensión y sin cejar en la ense anza.