Ya el sol no será para ti luz de d a, y el brillo de la luna de noche no te iluminará; pues Yahveh será para ti luz eterna, y tu Dios será tu esplendor.
Lucas 9:32 - Biblia Castilian 2003 Pedro y sus compa eros estaban cargados de sue o, pero se despertaron y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que con él estaban. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. Biblia Nueva Traducción Viviente Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él. Biblia Católica (Latinoamericana) Un sueño pesado se había apoderado de Pedro y sus compañeros, pero se despertaron de repente y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. La Biblia Textual 3a Edicion Y Pedro y los que estaban con él se hallaban cargados de sueño, pero habiéndose sacudido el sueño, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con Él. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero se despertaron y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que con él estaban. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño; y despertando, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con Él. |
Ya el sol no será para ti luz de d a, y el brillo de la luna de noche no te iluminará; pues Yahveh será para ti luz eterna, y tu Dios será tu esplendor.
O el sonido de sus palabras y, al o rlo, ca rostro en tierra, desvanecido.
Mientras él hablaba conmigo, ca rostro en tierra desmayado. Él me tocó y me puso de pie en el lugar donde me hallaba.
Cuando volvió, otra vez los encontró durmiendo, pues sus ojos estaban muy cargados de sue o; y no sab an qué responderle.
Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad.
'Padre quiero que donde voy a estar, estén también conmigo los que me has dado y as contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.
Pues os dimos a conocer el poder y la parus a de nuestro Se or Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.
Queridos m os, ahora somos hijos de Dios, aunque todav a no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.