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Lucas 4:20 - Biblia Castilian 2003

Enrolló luego el libro, lo entregó al ayudante y se sentó. En la sinagoga, todos ten an los ojos clavados en él.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Lo enrolló de nuevo, se lo entregó al ayudante y se sentó. Todas las miradas en la sinagoga se fijaron en él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y habiendo envuelto el rollo, lo devolvió al asistente, y se sentó. Y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Enrolló luego el libro, lo entregó al ayudante y se sentó. En la sinagoga, todos tenían los ojos clavados en él.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó: Y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él.

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Lòt tradiksyon



Lucas 4:20
13 Referans Kwoze  

Entonces dijo Jesús a la gente: '¿Como a un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme? D a tras d a estaba yo sentado en el templo ense ando, y no me arrestasteis.


y lo puso en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que hab a excavado en la roca. Hizo rodar después una gran piedra hasta la puerta del sepulcro y se fue.


pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus labios.


Le entregaron el libro del profeta Isa as; lo abrió y encontró el pasaje en que estaba escrito:


Entonces comenzó a decirles: 'Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar'.


Subió a una de estas barcas, que era de Simón, y le rogó que la apartara un poco de la orilla; se sentó y ense aba a las multitudes desde la barca.


Pero, al amanecer, se presentó de nuevo en el templo. Todo el pueblo acud a a él, y él, all sentado, los instru a.


cuando el sábado salimos extramuros, junto a un r o, donde pensábamos que estar a el lugar destinado a la oración, nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que se hab an reunido.


Al ver esto Pedro, se dirigió a la muchedumbre con estas palabras: 'Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto, o por qué nos estáis mirando como si por nuestras propias fuerzas o por nuestra piedad hubiéramos hecho andar a este hombre?