Moisés trató de apaciguar la faz de Yahveh, su Dios, diciendo: '¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, al que sacaste del pa s de Egipto con gran poder y mano fuerte?
Lucas 15:30 - Biblia Castilian 2003 pero, cuando llega ese hijo tuyo que ha devorado tus bienes con prostitutas, has mandado matar para él el ternero cebado'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, cuando este hijo tuyo regresa después de haber derrochado tu dinero en prostitutas, ¡matas el ternero engordado para celebrar!”. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo. La Biblia Textual 3a Edicion pero cuando regresó este hijo tuyo, que consumió tu hacienda con prostitutas, mataste para él el becerro gordo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 pero, cuando llega ese hijo tuyo que ha devorado tus bienes con prostitutas, has mandado matar para él el ternero cebado'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pero cuando vino este, tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has matado para él el becerro grueso. |
Moisés trató de apaciguar la faz de Yahveh, su Dios, diciendo: '¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, al que sacaste del pa s de Egipto con gran poder y mano fuerte?
Entonces dijo Yahveh a Moisés: 'Anda, baja. Porque tu pueblo, el que yo saqué del pa s de Egipto, se ha pervertido.
Quien ama la sabidur a alegra a su padre, quien anda entre cortesanas disipa su hacienda.
Porque todos ellos echaron de lo que les sobraba; pero ésta, de su pobreza, echó todo cuanto pose a, todo lo que ten a para vivir'.
Él contestó a su padre: 'De modo que hace ya tantos a os que te vengo sirviendo, sin haber quebrantado jamás ninguna orden tuya, y nunca me diste un cabrito para que yo celebrara alegremente una fiesta con mis amigos;
Pero el padre le contestó: 'Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas;
pero hab a que hacer fiesta y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado''.
El fariseo, erguido, oraba as en su interior: '¡Oh Dios! Gracias te doy, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano.