Los que dicen: '¡Quédate ah, no te acerques a m que te santificar a!'. Éstos son humo que excita mi cólera, fuego que arde todo el d a.
Lucas 15:28 - Biblia Castilian 2003 Entonces él se enfadó y no quer a entrar. Pero su padre salió para llamarlo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Biblia Nueva Traducción Viviente »El hermano mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió y le suplicó que entrara, Biblia Católica (Latinoamericana) El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. La Biblia Textual 3a Edicion Y se enojó y no quería entrar. Saliendo entonces su padre, le rogaba. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces él se enfadó y no quería entrar. Pero su padre salió para llamarlo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces él se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. |
Los que dicen: '¡Quédate ah, no te acerques a m que te santificar a!'. Éstos son humo que excita mi cólera, fuego que arde todo el d a.
Escuchad la palabra de Yahveh, los que tembláis a su palabra: dicen vuestros hermanos que os odian, que os rechazan por causa de mi nombre: ¡Muestre su gloria Yahveh y veamos vuestra alegr a! Pero ellos quedarán avergonzados.
Mientras los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han cumplido la orden que su antepasado les hab a impuesto, este pueblo no me ha escuchado a m.
Pero Dios respondió a Jonás: '¿Crees que es razonable que te irrites por lo del ricino?'. Él contestó: 'Tengo toda la razón para enojarme hasta desearme la muerte'.
Llégase a él un leproso que, suplicándole y puesto de rodillas, le dice: 'Si quieres, puedes dejarme limpio'.
¡Jerusalén, Jerusalén: la que mata a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas! Pero vosotros no quisisteis.
Y tanto los fariseos como los escribas murmuraban, diciendo: '¡Este hombre acoge a los pecadores y come con ellos!'.
El criado le respondió: 'Es que ha vuelto tu hermano, y tu padre, como lo ha recobrado sano y salvo, ha mandado matar el ternero cebado'.
Él contestó a su padre: 'De modo que hace ya tantos a os que te vengo sirviendo, sin haber quebrantado jamás ninguna orden tuya, y nunca me diste un cabrito para que yo celebrara alegremente una fiesta con mis amigos;
y que en su nombre hab a de predicarse la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.
Los fariseos y sus escribas murmuraban y dec an a los disc pulos: '¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?'.
Viendo esto el fariseo que lo hab a invitado, se dec a para s: 'Si éste fuera [el] profeta, sabr a quién y qué clase de mujer es ésta que le está tocando: ¡es una pecadora!'.
Pero al ver los jud os la muchedumbre, se llenaron de envidia y contradec an con injurias las afirmaciones de Pablo.
Pero los jud os instigaron a las mujeres devotas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, expulsándolos de sus confines.
Pero llegaron de Antioqu a e Iconio algunos jud os que persuadieron a la multitud y, después de apedrear a Pablo, lo arrastraron fuera de la ciudad, dándolo por muerto.
Pero los jud os recalcitrantes excitaron y enconaron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.
Pero sigo preguntando: ¿acaso Israel no se enteró? Moisés primeramente afirma: Yo os provocaré celos con un pueblo que ni siquiera lo es, con una nación vana os irritaré.
Hacemos, pues, de embajadores en nombre de Cristo y es Dios el que por medio de nosotros os exhorta: 'En nombre de Cristo os lo pedimos: dejaos reconciliar con Dios'.
queriendo impedirnos predicar a los gentiles para que se salven. As colman constantemente la medida de sus pecados. Pero al final, la ira descargó de improviso sobre ellos.
Su hermano mayor, Eliab, lo oyó hablar as con los hombres y se encendió en cólera contra David, diciéndole: '¿Para qué has bajado aqu, y a quién encomendaste el peque o reba o que está en el desierto? Yo conozco tu arrogancia y la malicia de tu corazón: tú has bajado para presenciar el combate'.
Se irritó Saúl sobremanera y le disgustaron profundamente tales palabras, pues dec a: 'A David le dan diez mil, a m sólo mil; ya sólo le falta el reino'.