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Lucas 1:20 - Biblia Castilian 2003

Pero mira: te vas a quedar mudo y sin poder hablar hasta el d a en que se realicen estas cosas, por no haber cre do en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo'.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Mis palabras se cumplirán a su debido tiempo, pero tú, por no haber creído, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto ocurra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

He aquí estarás mudo y sin poder hablar° hasta el día que lleguen a suceder estas cosas, por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales serán cumplidas a su debido tiempo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero mira: te vas a quedar mudo y sin poder hablar hasta el día en que se realicen estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.

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Lòt tradiksyon



Lucas 1:20
22 Referans Kwoze  

El oficial hab a respondido al varón de Dios: 'Aunque Yahveh hiciera ventanas en el cielo, ¿podr a suceder tal cosa?'. Pero Eliseo le hab a replicado: 'Con tus propios ojos lo verás, pero no lo comerás'.


Pero el oficial, sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, contestó al varón de Dios: 'Aunque Yahveh hiciera ventanas en el cielo, ¿podr a suceder tal cosa?'. Respondió Eliseo: 'Con tus propios ojos lo verás, pero no lo comerás'.


Yahveh le respondió: '¿Quién ha dado al hombre la boca, y quién hace al mudo y al sordo, al vidente y al ciego? ¿Acaso no soy yo, Yahveh?


(9a) la capital de Efra n es Samar a, y el jefe de Samar a, el hijo de Remal as; (8b) pero dentro de sesenta y cinco a os, Efra n, destruido, dejará de ser pueblo. (9b) Si no creéis, no subsistiréis'.


Ese d a se te abrirá la boca para hablar con el fugitivo; hablarás y ya no volverás a estar mudo. As serás para ellos un s mbolo, y sabrán que yo soy Yahveh.'


Y haré que tu lengua se pegue al paladar, de modo que quedarás mudo y no serás para ellos un censor, porque son raza rebelde.


Al decirme estas palabras, incliné mi rostro a tierra y enmudec.


Dijo entonces Yahveh a Moisés y a Aarón: 'Porque no me habéis cre do capaz de mostrar mi santidad a los ojos de los israelitas, no seréis vosotros quienes introduciréis esta asamblea en la tierra que yo les he dado '.


Finalmente se manifestó a los Once, mientras estaban a la mesa, y les reprendió su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber dado crédito a quienes lo hab an visto resucitado.


Entonces él responde: '¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo'.


El ángel le contestó: 'Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios; y he sido enviado para hablar contigo y anunciarte esta buena noticia.


Entre tanto, el pueblo estaba esperando a Zacar as y se extra aba de que se entretuviera tanto dentro del santuario.


Cuando, por fin, salió, no pod a hablarles; y entonces comprendieron que hab a tenido en el santuario alguna visión. Él intentaba explicarse por se as, pues segu a mudo.


¡Bienaventurada tú, la que has cre do; porque se cumplirán las palabras que se te han anunciado de parte del Se or!'.


y en aquel momento se le abrieron los labios, se le soltó la lengua y comenzó a hablar, bendiciendo a Dios.


¿Pues qué importa que algunos no fueran fieles? ¿Acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios?


si le somos infieles, él sigue siendo fiel, pues no puede negarse a s mismo.


con la esperanza de una vida eterna, prometida desde antes de los siglos por el Dios que nunca miente


para que por estas dos cosas irrevocables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos poderoso aliento los que nos acogemos a él, para asirnos a la esperanza que se nos presenta.


Yo, a los que amo, los reprendo y castigo. ¡An mate, pues, y conviértete!