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Levítico 24:11 - Biblia Castilian 2003

El hijo de la mujer israelita blasfemó y maldijo el Nombre y lo llevaron a presencia de Moisés. El nombre de su madre era Selomit, hija de Dibr, de la tribu de Dan.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Durante la pelea, el hijo de la madre israelita blasfemó el Nombre del Señor con una maldición. Así que llevaron a este hombre ante Moisés para ser juzgado. Su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri de la tribu de Dan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El hijo de la israelita (ella se llamaba Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Gad) blasfemó y maldijo el nombre de Yavé, por lo que lo llevaron ante Moisés.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre y prorrumpió en maldiciones; y fue llevado a Moisés. (El nombre de la madre de aquél era Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Dan).

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El hijo de la mujer israelita blasfemó y maldijo el Nombre y lo llevaron a presencia de Moisés. El nombre de su madre era Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Dan.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el nombre de Jehová, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan.

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Lòt tradiksyon



Levítico 24:11
33 Referans Kwoze  

Pero por haber despreciado con esta acción a Yahveh, el hijo que te ha nacido morirá irremisiblemente'.


Y poned frente a él a dos hombres perversos, que testimonien contra él, diciendo: 'Tú has maldecido a Dios y al rey'. Sacadlo luego fuera, y que muera lapidado'.


Llegaron luego los dos hombres perversos, se sentaron frente a él y testificaron as contra Nabot delante del pueblo: 'Nabot ha maldecido a Dios y al rey'. Entonces lo sacaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió.


No os infunda Ezequ as confianza en Yahveh, diciendo: 'Con toda certeza nos librará Yahveh, y no entregará esta ciudad en manos del rey de Asiria'.


¿Quiénes son, de entre todos los dioses de los pa ses, los que han librado a su tierra de mi mano para que libre Yahveh a Jerusalén de mi poder?'.


Eliaqu n, hijo de Jilqu as, mayordomo de palacio, Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el cronista, se presentaron a Ezequ as con las vestiduras rasgadas y le refirieron las palabras del copero mayor.


'As hablaréis a Ezequ as, rey de Judá: No te dejes enga ar por tu Dios, en quien conf as, y no digas: 'No será entregada Jerusalén en manos del rey de Asiria'.


¿A quién has escarnecido y ultrajado? ¿Contra quién elevaste la voz y alzaste, insolente, los ojos? ¡Contra el Santo de Israel!


y éste les dijo: 'Esto habéis de decir a vuestro se or: as habla Yahveh: no sientas temor por las palabras que has o do, con las cuales me han escarnecido los criados del rey de Asiria.


Pero prueba a extender tu mano y tocar su hacienda. ¡Ya verás cómo te maldice en tu propia cara!'.


En nada de esto pecó Job ni profirió insolencia alguna contra Yahveh.


Una vez terminados los d as de banquete, Job los hac a venir para purificarlos y, levantándose muy de ma ana, ofrec a un holocausto por cada uno de ellos, pues se dec a para s: 'Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en su corazón'. As hac a Job constantemente.


Prueba a extender tu mano y tocar sus huesos y su carne. ¡Ya verás cómo te maldice ante tu propia cara!'. Dijo Yahveh a Satán:


Acuérdate de esto: los enemigos blasfeman del Se or, una gente insensata menosprecia tu nombre.


Levántate, Se or, a la defensa de tu causa, recuerda los ultrajes continuos de los necios.


y que sean ellos quienes juzguen al pueblo en todo tiempo. Los asuntos graves te los traerán a ti, y ellos juzgarán los menos importantes. Aligera tu carga; que ellos la compartan contigo.


Resolv an los asuntos del pueblo en todo momento. Llevaban a Moisés los asuntos más arduos y solucionaban por s mismos los de menor importancia.


No pronunciarás el nombre de Yahveh, tu Dios, en vano; pues Yahveh no dejará impune al que pronuncie en vano su nombre.


No retrasás la ofrenda de la abundancia de tu era y de tu lagar. Me entregarás el primogénito de tus hijos.


Y siguió diciendo Dios a Moisés: 'As hablarás a los israelitas: 'Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; éste es mi t tulo de generación en generación'.


Pasará alguien oprimido y hambriento; el hambre le irritará y maldecirá a su rey y a su Dios. Volverá su rostro hacia arriba,


Hab a entre los israelitas un hombre hijo de una mujer israelita, pero de padre egipcio. El hijo de la israelita y un israelita ri eron en el campo.


Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: '¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ahora mismo acabáis de o r la blasfemia.


Pues, según está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles a causa de vosotros.


a m, que antes fui blasfemo, perseguidor y ultrajador. Sin embargo, fui tratado con misericordia, porque actué con ignorancia, cuando aún no ten a fe;


Blasfemaron entonces del Dios del cielo a causa de sus dolores y de sus úlceras, pero no corrigieron su conducta.


y una enorme granizada, como de talentos, cae del cielo sobre los hombres. Los hombres entonces blasfemaron de Dios por la plaga de la granizada, porque la plaga fue realmente terror fica.