Cercene el Se or todos los labios lisonjeros las lenguas contadoras de grandezas,
Jueces 21:25 - Biblia Castilian 2003 Por aquellos d as no hab a rey en Israel, y cada uno hac a lo que bien le parec a. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Biblia Nueva Traducción Viviente En esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio. Biblia Católica (Latinoamericana) En ese tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que se le antojaba. La Biblia Textual 3a Edicion En aquellos días no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que bien le parecía.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Por aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que bien le parecía. Biblia Reina Valera Gómez (2023) En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos. |
Cercene el Se or todos los labios lisonjeros las lenguas contadoras de grandezas,
Alégrate, joven, en tu adolescencia y vive feliz en los d as de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y da placer a tus ojos. Pero sábete que por todo ello Dios te llamará a juicio.
Todos nosotros como ovejas errábamos, cada uno a su camino nos volv amos. Pero Yahveh hizo que le alcanzara la iniquidad de todos nosotros.
Quien inmola un toro, también mata a un hombre; quien sacrifica una oveja, también desnuca a un perro; quien ofrece libación, también ofrece sangre de cerdo; quien presenta incienso, también alaba a un dolo. Como ellos eligen sus propios caminos y su alma se complace en sus horrores,
No haréis en manera alguna como aqu hacemos nosotros ahora, cada cual lo que le parece bien,
Por aquellos d as no hab a rey en Israel y cada uno hac a lo que bien le parec a.
Por aquellos d as no hab a rey en Israel. La tribu de Dan andaba buscando un territorio para establecerse, porque hasta aquel entonces no le hab a correspondido heredad en medio de las tribus de Israel.
Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que aquella gente viv a confiada, a la manera de los sidonios, tranquila y segura, sin que faltara nada en el pa s, rico en recursos, alejado de los sidonios y sin relación alguna con nadie.
Por aquel tiempo, cuando aún no hab a rey en Israel, un levita que resid a como forastero en los confines de la monta a de Efra n tomó como concubina a una mujer de Belén de Judá.
Los israelitas se fueron de all cada uno a su tribu y a su familia; salieron de all cada uno hacia su heredad.