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Jueces 1:27 - Biblia Castilian 2003

Tampoco Manasés logró conquistar Betsán y sus aldeas, ni Taanac y sus aldeas, ni a los habitantes de Dor, de Yibleán, de Meguidó y de sus respectivas aldeas, pues los cananeos consiguieron permanecer en esta región.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Tampoco Manasés arrojó a los de Bet-seán, ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y sus aldeas, ni a los de Dor y sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni a los que habitan en Meguido y en sus aldeas; y el cananeo persistía en habitar en aquella tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

La tribu de Manasés no logró expulsar a la gente que vivía en Bet-sán, Taanac, Dor, Ibleam, Meguido y en todos los asentamientos vecinos, porque los cananeos estaban decididos a quedarse en esa región.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Manasés no pudo apoderarse de la ciudad de Bet-Seán ni de sus dependencias, ni tampoco de Tanac, de Dor, de Jibleam y de Meguido; los cananeos se mantuvieron firmes en ese territorio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero Manasés no desposeyó a los de Betseán, ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y a sus aldeas, ni a los habitantes de Dor y a sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y a sus aldeas, ni a los habitantes de Meguido y a sus aldeas, sino que los cananeos persistieron en habitar en aquella tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Tampoco Manasés logró conquistar Betsán y sus aldeas, ni Taanac y sus aldeas, ni a los habitantes de Dor, de Yibleán, de Meguidó y de sus respectivas aldeas, pues los cananeos consiguieron permanecer en esta región.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Tampoco Manasés echó a los de Bet-seán, ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y sus aldeas, ni a los de Dor y sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni a los que habitaban en Meguido y en sus aldeas; mas los cananeos quisieron habitar en esta tierra.

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Lòt tradiksyon



Jueces 1:27
16 Referans Kwoze  

cuyos descendientes hab an quedado después de ellos en el pa s porque los israelitas no hab an podido entregarlos al anatema, los obligó Salomón a prestación personal servil hasta el d a de hoy.


En su tiempo subió el Faraón Necó, rey de Egipto, en ayuda del rey de Asiria, hacia el r o Éufrates. Salió el rey Jos as a su encuentro, pero apenas se enfrentaron, el Faraón le dio muerte en Meguidó.


Al ver esto Ocoz as, rey de Judá, emprendió la huida en dirección a Bet Hagán. Pero Jehú salió en su persecución, gritando: '¡Matad también a éste!'. Lo hirieron sobre su carro en la cuesta de Gur, que está junto a Yibleán. Él huyó a Meguidó y all murió.


No pactarás con ellos ni con sus dioses.


¡Maldito quien haga la obra de Yahveh con negligencia! ¡Maldito quien prive de sangre a su espada!


y Yahveh, tu Dios, te las haya entregado y tú las hayas derrotado, las darás al anatema. No pactarás alianza con ellas ni les tendrás compasión. No emparentarás con ellas dando tus hijas a sus hijos ni tomando sus hijas para tus hijos,


Y de la mitad de la tribu de Manasés: Taanac y Yibleán con sus pastizales: dos ciudades.


Después de la muerte de Josué consultaron los israelitas a Yahveh diciendo: '¿Quién de nosotros subirá el primero contra los cananeos para combatir contra ellos?'.


En cambio, los benjaminitas no pudieron echar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, los cuales hasta el d a de hoy moran con los benjaminitas en Jerusalén.


Se encaminó aquel hombre al pa s de los hititas, donde edificó una ciudad a la que impuso el nombre de Luz. Es el nombre que tiene hasta el d a de hoy.


Cuando Israel se hizo fuerte, hizo tributarios suyos a los cananeos, pero de hecho no los expulsó.


Llegaron los reyes, combatieron, entonces combatieron los reyes de Canaán en Taanac, junto a las aguas de Meguidó, sin poder recoger bot n de plata.


Pero Saúl y el ejército dejaron con vida a Agag y lo más selecto del ganado mayor y menor, a los animales cebados, a los corderos y todo lo que ten a valor. No quisieron consagrarlo al anatema. Sólo dedicaron al anatema lo vil y despreciable.


Expusieron luego sus armas en el templo de Astarté y colgaron su cadáver de los muros de Betsán.